Una sociedad de opiniones, no de ideas

Cuando a principios del siglo XX, Miguel de Unamuno se enfrentó al fenómeno de que es mínimo el aporte de los Iberoaméricanos a la aventura cultural de Occidente en el terreno científico y técnico, aunque no así en el artístico, lo despachó con la conocida boutade: ¡Que inventen ellos!*  De esto me acordé cuando leí, hoy, que Guatemala ocupa el puesto 126 de 133 países evaluados en cuanto a la calidad de la educación en ciencias y matemáticas.

No es que yo piense que la sociedad guatemalteca -o la iberoamericana- serían mejores si tuvieran más ingenieros y menos humanistas.  Es sólo que me acordé de lo escrito por Carlos Alberto; y de otra cosa que leí en El sueño de los justos, de Francisco Pérez de Antón: La nuestra es una sociedad de opiniones, no de ideas.

* Montaner, Carlos Alberto. Las raíces torcidas de América Latina. Plaza Janés, Barcelona, 2001. P. 126

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