El Códice de Dresde es uno de los únicos tres libros mayas conocidos, que sobrevivieron a las piras de los frailes durante la Conquista. Un facsimil del mismo puede ser apreciado en el Museo Popol Vuh.
Lo visito con frecuencia y me gusta contarles a los turistas que me acompañan que este contiene -entre otras cosas- observaciones sobre el planeta Venus (que es Lucifer), una referencia a un diluvio universal, otra referencia a la célebre fecha de diciembre de 2012 y una receta de tamales de conejo (animal relacionado con la Luna). Es, ciertamente, un documento hermoso y riquísimo en contenido.
Hoy nos enteramos de que un matematico alemán dio a conocer al rotativo alemán Bild que después de 40 años de investigar este códice, descubrió que indica la ubicación de un tesoro de ocho toneladas de oro puro hundido en una ciudad conocida como Atlan, en las aguas del lago de Izabal.
Tanto Mónica Urquizú, directora técnica del Instituto de Antropología e Historia, de Guatemala; como Tomás Barrientos, decano de la Facultad de Arqueología de la Universidad del Valle dudaron de la hipótesis del matemático. Es un hecho que los mayas no trabajaron el oro (ni otros metales) hasta fines de su período Posclásico y sólo en pequeñas cantidades.
En este enlace, Michael Coe habla sobre el Códice de Dresde; y en este otro enlace William Saturno también se refiere a ese documento.