Así estaba la Luna, ayer como a las seis y tantito de la mañana. Desde la jara, escondido, atrapé a Selene justo antes de que terminara de esconderse detrás de las montañas.
A mí no me sienta bien levantarme temprano; pero cuando el día empieza así, ¿para qué quiere uno estar en la cama?