En su artículo del 3 de enero pasado, Mary Anastasia O´Grady nos invita a una reflexión que, aunque se refiere expresamente a Argentina, bien puede servirnos en otras latitudes. Dice la periodista que La justicia no es asegurada fácilmente en ninguna parte del mundo. Pero en Argentina hoy está fuera del alcance incluso mencionar en público a las víctimas del terrorismo de izquierda de los años 70 y menos hacer un esfuerzo para obtener para ellas o sus familiares un día en un tribunal judicial. Inténtelo y probablemente será etiquetado por la izquierda argentina como un amigo fascista del ex gobierno militar.
Luego Mary nos cuenta acerca de Victoria Villarruel, fundadora del Centro de Estudios legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas, cuya misión es documentar los miles de crímenes terroristas cometidos entre 1969 y 1979 por aquellas guerrillas que Juan Domingo Perón llegó a llamar Juventudes Maravillosas.
Sin negar que aquí en Guatemala, como allá en Argentina, la contrainsurgencia cometió crímenes repugnantes, lo cierto es que la justicia estaría mejor servida y la paz estaría más fundamentada, si las víctimas de los distintos grupos que integraban la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca no fueran hechas de menos. En su oportunidad, bandas de guerrilleros extorsionaron, amenazaron, secuestraron, asesinaron, obligaron a combatir y a colaborar e hicieron detonar artefactos explosivos con el propósito de instaurar la dictadura del proletariado; pero de aquellas acciones, o no se habla, o se habla quedito, porque traerlas a colación acarrea la hostilidad abierta -o el silencio aplastante- de periodistas, políticos, oenegeros, profesores y de otros intelectuales (en el sentido Hayekiano). Es tabú y es políticamente incorrecto mencionar las atrocidades cometidas por la exguerrilla, algunos de cuyos dirigentes ahora son funcionarios de gobierno y analistas de renombre.
Como en Argentina, aquí en Guatemala hay una generación de chapines que ha crecido sin conocer la historia completa de aquellos tiempos de terror. Y si bien es cierto que la Historia la escriben los vencedores; también lo es que no hay justificación moral alguna para que no se arroje luz, en donde ahora hay oscuridad.
O´Grady medita en el sentido de que es difícil entender porqué los argentinos han permitido que esos villanos controlen ese pasado y disfruten de impunidad legal; pero, ¿y los guatemaltecos? ¿Por qué han permitido que los villanos controlen el pasado y disfruten de impunidad legal?
Estimado Luis: Sinceramente pienso que se equivoca. Aquí en Guatemala cualquier persona puede ir a un tribunal a presentar una denuncia contra los integrantes de URNG y no creo que ni el MP o las cortes nieguen la justicia. Su comentario hace ver como si la izquierda hubiera ganado sus respectivas guerras tanto en Argentina como en Guatemala. ¿No será que es una cuestión de número? Tanto en Argentina como en Guatemala los crímenes de las fuerzas armadas fueron en un número superior, por lo que hay más personas interesadas en llevar a la justicia a los responsables; la izquierda (sobre todo en Guatemala) no ha tenido ni tiene el poder político para imponer jueces o fiscales o bien implementar una agenda “de silencio” como sucedió en los ´80 con los desaparecidos (la gente del GAM sabe muy bien lo que eso significó) por lo que en cierto momento es risible lo que usted y la Sra. O´Grady insinúan: que la “poderosísima” izquierda domina los sistemas de justicia y por eso los crímenes de ésta no pueden juzgarse. Si la masacre de las Dos Erres, el Jute o Río Negro han sido llevadas a la justicia ¿qué impide a las victimas de la violencia de la izquierda llevar sus casos a los tribunales?¿Por qué no hace el esfuerzo para organizar algo desde la UFM, como lo hizo la USAC en su tiempo, o egresados de la USAC?
¿Por qué no busca a los familiares de Luis Arenas Barrera “El Tigre de Ixcán”, los masacrados en el Aguacate u otros interesados en llevar la URNG a la justicia?
Al final, pienso que la razón por la que “la derecha” no busca justicia para “sus victimas” es que no es un buen negocio.
Por otra parte, la UFM, el CACIF, la UNAGRO, etc., tienen el dinero suficiente como para editar todos los libros que quieran para contrarrestar “la historia políticamente correcta”,si es que esto existe. Ya lo hicieron con Sabino, deberían regalar fascículos en las escuelas explicando ese “lado de la historia” que no se conoce, según usted y O´Grady. Desafortunadamente el peso de 628 masacres y 20 mil desaparecidos no se lo quita nadie a las fuerzas armadas y a los intereses que éstas defendían. Será dificil, por ejemplo, explicar cómo el arrancar las uñas del hijo de 2 años de Rosario Godoy era necesario para defender a Guatemala del comunismo, o ametrallar a un abogado en silla de ruedas (1971)o lanzar niños a los pozos en Petén.
Triste papel el suyo Luis, profesor de ciencia política en la UFM.