No son cuatro, los meones, como parece. El único que está orinando en la calle es el de la mochila roja; en tanto que los otros tres observan la construcción por los agujeros que hay en las láminas.
La de orinar en lugares públicos es una de las costumbres más despreciables de los chapines. Sólo se compara a la de la impuntualidad, a la de no confirmar las invitaciones y a la de no responder directamente a preguntas directas. La de mear es tan desagradable como la de sonarse la nariz con la mano y tirar los mocos al suelo, o a una pared. Y bueno…mejor ya no sigo.
La idea de este espacio surgió porque una vez leí que en algún lugar de México, a los meones la gente les grita: ¡Meón, meón!; y porque el difunto Chepe Zarco impulsó, hace años, una campaña contra la gente que ensuciaba las calles. La campaña decía: No sea coche.
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This entry was posted on sábado, julio 24th, 2010 at 1:02 pm and is filed under Guatemala, meón.
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Totalmente de acuerdo, no podemos dejar de mencionar la otra mala costumbre que es la de tirar basura desde adentro de un vehiculo en marcha y da coraje que las mismas mamas les dicen a sus hijos "tiralo por la ventana mijo", que verguenza que aun tengamos ese tipo de practicas arraigadas en nuestra cultura.
Estimado Luis: en algunas ocasiones usted ha señalado que no es correcto indicar que una opinión, acción o tendencia sea achacada a "colectivos", como generalmente se hace en los análisis marxistas, como sea que usted lo entiende. Según su concepción, basada en el individualismo metodológico, son los individuos "los que hacen" y no los "colectivos". Pues bien, creo que es contradictorio que diga que tales y tales son malas costumbres "de los chapines" cuando conozco personas que no orina en la calle, si confirma las invitaciones y si contesta las preguntas directas (por lo menos cuando no son de carácter político, por supuesto). Por lo tanto y en función de la coherencia que ha demostrado, debería aclarar que las feas costumbres que usted señala son de "algunos chapines" y no de todos.Gracias.
Touché. Tiene razón, don Carlos. Gracias