Entre Richelieu y tres verdades evidentes

Sostenemos que estas Verdades son evidentes en sí mismas: que todos los Hombres son creados iguales, que su Creador los ha dotado de ciertos Derechos inalienables, que entre ellos se encuentran la Vida, la Libertad y la Búsqueda de la Felicidad. Que para asegurar estos Derechos se instituyen Gobiernos entre los Hombres, los cuales derivan sus Poderes legítimos del Consentimiento de los Gobernados; que el Pueblo tiene el derecho de cambiar o abolir cualquier otra Forma de Gobierno que tienda a destruir estos Propósitos, y de instituir un nuevo Gobierno, Fundado en tales Principios, y de organizar sus Poderes en tal Forma que la realización de su Seguridad y Felicidad sean más viables. La Prudencia ciertamente aconsejará que Gobiernos establecidos por bastante tiempo no sean cambiados por Causas triviales y efímeras; y como toda Experiencia lo ha demostrado, la Humanidad está más dispuesta al sufrimiento mientras el Mal sea soportable, que al derecho propio de abolir las Formas a las que se ha acostumbrado. Pero cuando una larga Sucesión de Abusos y Usurpaciones, todos ellos encaminados de manera invariable hacia el mismo Objetivo, revelan la Intención de someter a dicho Pueblo al absoluto Despotismo, es su Derecho, es su Deber, derrocar a tal Gobierno y nombrar nuevos Guardianes de su futura Seguridad. Este es el párrafo, de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América, que estudiamos ayer en la clase de The Enlighment and the American Founding, por C. Bradley Thompson, en la foto.


Thompson explicó que hay cuatro principios de libertad que justifican una revolución. Los primeros dos son de carácter ético y los últimos dos son de carácter político:

1. Que todos los hombres somos creados iguales.
2. Que todos tenemos ciertos derechos inalienables.
3. Que los gobiernos son instituidos para asegurar aquellos derechos y que los gobiernos derivan su autoridad del consentimiento de los gobernados.
4. Que el Pueblo tiene el derecho de cambiar o abolir cualquier forma de gobierno que tienda a destruir aquellos propósitos, y de instituir un nuevo gobierno, fundado en aquellos principios.

La Declaración reconoce el derecho que tienen las personas a defenderse a sí mismas y reconoce el respeto que hay que tener por los derechos ajenos. Acuerda vivir bajo las leyes hechas por los legisladores; siempre que aquellas leyes protejan los derechos de las personas. El consentimiento es necesario, para que el gobierno sea legítimo, porque cada persona individual es independiente, cada persona individual es soberana y cada persona individual tiene derecho a autogobernarse.

¿Qué clase de gobierno responde a los principios enumerados en el segundo párrafo de la Declaración? Uno que no tienda a convertirse en vehículo para la tiranía, uno que sea sabio y frugal y que esté limitado en sus propósitos y en sus poderes. ¿Cómo no enamorarse de principios así?

Por su parte, Andrew Lewis, para su curso de The Reformation and the Religious Wars, llegó disfrazado del Cardenal Richelieu. Lewis abundó sobre el reinado de Isabel I y luego comparólos procesos de reforma de Inglaterra y Alemania. Habló de Richelieu y de los Habsburgo y de la situación política en Europa luego del cisma. Explicó algo de la Masacre de San Bartolomé y de las guerras de los hugonotes en Francia, así como de la Guerra Anglo-Española. Otros temas de la clase fueron la destrucción de Alemania, el papel de los refugiados religiosos y la separación de la Iglesia y del estado.

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