La primera vez que vi volar un gobo de aire caliente fue para un cumpleaños de mi padre que, como era el 1 de abril, cayó al finalizar la Semana Mayor c. 1973. Estabamos en el mar, y el guardián de la casa en la que pasamos la temporada elevó dos globos para celebrar la ocasión.
Desde entonces siempre me han gustado mucho, aunque nunca he elevado uno. He visto muchos, pero nunca he sido directamente responsable de hacer que uno vuela.
Ayer, luego de desayunar delicioso en casa de mis amigos Walter y María Fernanda, dos generaciones de globeros le pusieron fuego a este globo y fue una sorpresa muy agradable.
Yo los he visto, pero de lejitos.Saludos y feliz descanso.