Conocí a doña Marina Marroquín Milla cuando yo era editor de Economía en el diario Siglo Veintiuno. Como el espacio no abundaba y un día me vió por ahí, como pájaro sin nido, doña Marina me ofreció compartir su escritorio, que tenía en un modesto, pero cómodo cubículo.
Y en las tardes ella se iba pasadas las 2; y yo tomaba posesión del lugarcito; pero no sin antes intercambiar con ella impresiones sobre las noticias del día. ¡Y muchas veces, pero no suficientes!, escuché con avidez historias sobre su vida y sus hazañas, o sobre las de su padre Clemente Marroquín Rojas. Y es que doña Marina tuvo una vida productiva e intensa. Por ejemplo, ella fue periodista y fue diputada.
Como recuerdo suyo, guardo un ejemplar de En el mundo de la polémica, libro que recoje valiosas, célebres y encendidas discusiones que Marroquín Rojas sostuvo con personajes de su época y que ella tuvo a bien obsequiarme. Como recuerdo suyo guardo -también- su sonrisa, su generosidad y su paciencia.
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