Con tristeza, leo que “Letreros con la frase Vendo derechos se empiezan a multiplicar en colonias nuevas en todo el país, mientras sus propietarios buscan recuperar al menos una parte del dinero que cancelaron al banco por el pago de la hipoteca, antes que resignarse a perder su vivienda. El enfriamiento de la economía y el repunte de la inflación, que ha mermado la capacidad de pago de los deudores, ha impactado a los bancos que reportan una fuerte desaceleración en los préstamos otorgados y un significativo aumento en la morosidad”.
Si así son las vísperas, ¿cómo serán las fiestas? Cuando a las penurias que ya está pasando la gente se sume el pago del Impuesto Unico sobre Inmuebles, de Alvaro Arzú, ¿cuánto más se multiplicará el número de personas que tendrá que vender su casa?…y lo peor de todo, ¿quienes se beneficiarán de esas desgracias ocasionadas por un impuesto confiscatorio?