El estado de Guatemala castiga al ahorro y a las inversiones, encarece artificialmente los créditos para viviendas, limita la patria potestad, protege empresaurios, limita la libertad de las personas para elegir en quien confiar para su jubilación, y la lista de intromisiones en la esfera de acción privada de las personas puede seguir y seguir.
Yo digo que ya es tiempo de decir: ¡Alto al estatismo!
La ilustración es de los chicos de Bureaucrash.