El de la izquierda es un centavo de 1954; el del centro es uno de 1984; y el de la derecha es de 1999.
La historia de la ficha de a centavo es una historia de pérdida total de valor. Perdió tanto valor que en varios momentos de su vida el metal del que estaba hecha la moneda resultaba ser más valioso que el signo monetario que representaba.
Por eso es que el tamaño se redujo y por eso es que se cambió la aleación de la cual estaba hecho.
¿Sabe que? Lo mismo ha pasado con la moneda de 1Q. Ahora resulta que si usted vende los quetzales como si fueran chatarra, obtiene más valor que si los usa como moneda. ¡El quetzal es poco menos que calderilla!
Próximamente, aquellas fichas serán sustituidas por billetes “plásticos”; debido a que con el polímero del que están hechos no se corre el riesgo de que salga más caro el caldo que la gallina.
¿Notó usted que hace poco salieron anuncios del Banco de Guatemala (el emisor monopolista de dinero en Guatemala) solicitando la entrega de las fichas de 1Q? Eso es parte del proceso de retiro del metal que será sustido por coquetos (pero “valueless”) quetzales de plástico.