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Zaculeu fue la capital del señorío mam. La ciudadela, rodeada por barrancos profundos y una muralla fue conquistada dos veces: primero por Quicab y los quichés de Gumarkaj y luego por el ejército de Gonzalo Alvarado. Allí Kaibil balam resistió a Alvarado y sólo rindió la ciudad a causa de la hambruna.
Por ahí anduve el 26 de diciembre, con Raúl Contreras, en la primera etapa de un viaje magnífico que nos llevaría hasta el noroeste de Huehuetengango, hasta Chaculá, el Cimarron, y los cenotes de Candelaria; para luego agarrar rumbo al suroccidente hasta pasar por Quetzaltenango, Coatepeque y Tilapa.
Zaculeu, como Iximché y Mixco Viejo es una experiencia encantadora. La capital de los mames fue reconstruida en 1940 por la United Fruit Company y al caminar por sus plazas y sus edificios uno siente que está en una ciudad. El bullicio de los visitantes -que son bastantes, sin ser molestos- ayuda a la impresón de estar en una ciudad viva. Con bastante facilidad, uno puede imaginar el comercio, las ceremonias y otras actividades de una urbe precolombina. De hecho, comí mi almuerzo en la cima de una de las pirámides y luego de la experiencia sabrosa jugué a imaginar cuáles serían los pensamientos, anhelos, planes y preocupaciones de un habitante precolombino de 54 años de edad si hubiera podido hacer lo que yo estaba haciendo.
El sitio cuenta con un museo pequeño y encantador, bien organizado y pedagógico que enriquece la experiencia del visitante. Son fascinantes las preguntas de los niños y las perspectivas de los visitantes de origen maya. En el museo uno se entera de que un museo anterior fue quemado en la década de los 80 y que en el sitio se filmó Tarzan´s Jungle Rebellion. Fue una dicha encontrar el museo porque cuando visité el sitio hace unos años no había ese recurso.
En general el sitio está bien cuidado y limpio, a pesar de que muchos de los visitante dejan bolsas plásticas y basuras. La gente que atiende el lugar es amable y uno se siente bienvenido.
Luego del paseo por Zaculeu nos dirigimos a Huehuetenango para pasar la noche antes de emprender el camino hacia Chaculá. Fue una estupenda idea quedarnos en el Hotel Casa Blanca en el centro de la ciudad. Nos quedamos en la parte antigua del lugar porque tiene ese encanto antañón y tradicional que a mí me gusta tanto. Además guisan delicioso. Ahí tomamos el mejor jugo frapeado de mandarinas de todo el universo mundo; y cenamos un pepián huehueteco y un kak-ik que merecieron una ovación de pie. Resulta que el Casa Blanca es famoso por su cocina y su fama es bien ganada.
El día 27, a las 6:00 a.m. agarramos para Chaculá.
Chaculá y Yalambojoch, segunda etapa del viaje de fin de año.
El Cimarrón y los cenotes, tercera etapa del viaje de fin de año.