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Dos fiscalías especiales, del Ministerio Público, investigan el desvío de los ríos Madre Vieja y Achiguate. En Quetzaltenango hay protestas por el desvío del río La flor. En Totonicapán hay conflictos por la venta de pajas de agua.
Debido a historias como aquellas, la reacción de algunas personas es la de que “debería haber una ley para que el agua sea de todos”. Ya sabes, porque el agua es fuente de vida y así. Sin embargo, el agua potable, o el agua apropiada para la agricultura no son escasas porque el agua no abunde (de hecho, el agua abunda); lo que pasa es que no siempre está donde se la necesita, cuando se la necesita y en las condiciones que se las necesita. Por eso decimos que el agua es un recurso económico; y como recurso económico, que es, debe ser producida y transportada. Si el agua es de todos, entonces es de nadie; y esa es una de las causas más importantes de la escasez, y ciertamente una de las causas más importantes de conflictos.
En el mundo, más de un millardo de personas no tiene acceso a agua limpia a pesar de que el 97 por ciento del agua –en países donde abunda la pobreza– es proveída por entidades estatales. O quizás es por eso.
En el libro Water for sale (que seguramente querrás leer y está en español aquí), Fredrik Segerfeldt comparte ejemplos de Macao, Buenos Aires, Guinea y otros. Los derechos de propiedad bien definidos, sobre el agua, reducen significativamente los riesgos de conflictos y no es cierto que aquellos perjudiquen a los más pobres. En el artículo De la tragedia de los ríos comunes, por Jorge Chapas, en http://goo.gl/ywPe2I puedes conocer un tipo de solución llamada Intercambio de derechos.
En Guatemala hasta los mendigos tienen teléfonos móviles gracias a la desestatización de las telecomunicaciones. La colectivización y el estatismo fracasan en proveer de agua a los pobres, como fracasan en darles buena educación, y fracasaban en proveerlos con teléfonos.
Columna publicada en elPeriódico; y la foto es del río Jordán, en Huehuetenango.