09
Ene 17

Grutas de Lanquín y “tubbing”, cuarta etapa del viaje de fin de año

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Los murciélagos salen con el ocaso

Para los mayas las cuevas son entradas a Xibalbá o el Inframundo; para mi son maravillas geológicas…o las casas de Batman.  El caso es que tenía mucha ilusión de ir a las grutas de Lanquín, unas de las más grandes y fascinantes cuevas calizas llenas de estalactitas y estalagmitas, así como de formas fantásticas.  Para más gozo de los visitantes, junto a su entrada nace el río Lanquín.

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Yo tenía ilusión, también, de ver la salida de los murciélagos con el ocaso, cuando aquellos animalitos salen en busca de insectos y de frutas.

Los caminamientos y la iluminación en Lanquín le permiten al visitante disfrutar con seguridad los encantos de la espeleología.  La entrada a las grutas y el nacimiento del río dan la bienvenida con una vista espectacular y los rugidos del agua que sale -poderosa- de las piedras.  La vista de la salida de la cueva, desde adentro hacia la selva y el río es sobrecogedora.  ¡No digamos la salida de los murciélagos!  Los quirópteros salen por miles de entre las piedras y pasan sobre tu cabeza, a veces tienes la suerte de que algunos pasen a tu lado.

Vimos muchas formaciones rocosas encantadoras; pero mi favorita fue el escalofriante altar de sacrificios, donde uno puede imaginar cosas horribles ocurriendo, así como la imágen del tigre y de la cobra.

Cuando vayas lleva linterna y zapatos seguros y lo más antideslizantes posible.  Yo no pude internarme más allá de la tercera sala (hay cinco) porque, como uso anteojos, estos se empañaban constantemente lo que me impedía disfrutar plenamente de la experiencia. Si voy otra vez, usaré los lentes de contacto (que suelo usar sólo cuando me meto al mar).

Como siempre, si no tienes un todoterreno, los pick-ups que transportan visitantes son la mejor opción…con un caveat: la experiencia es mucho mejor si vas en la cabina.

A diferencia de lo que ocurrió en Semuc Champey, en Lanquín no hay colas para entrar porque los boletos de cobro son prácticos, y no burocráticos.

En la mañana del 29, antes de ir a Lanquín hicimos tubbing en el poderoso río Cahabón. El equipo de Utopía nos llevó al puente amarillo de Semuc Champey y ahí nos montamos en los tubos con el guía, los tres en fila, y yo de primero.  El agua es fría y ya te imaginas cómo me fue con eso.

Al principio el rio nos condujo gentilmente; hasta que escuchamos el rugir de las aguas al aproximarse a los primeros rápidos (que en realidad son rapiditos).  Es emocionante cuando los tubos…y uno que va en ellos saltan entre las aguas agitadas y veloces.   Me divertí como mico a lo largo del recorrido de poco más de 30 minutos y al atravesar los 5 rápidos que hay en el área.  Mi momento más extático fue cuando atravesamos un área de la jungla en la que había copal.  Imaginate: flotando garbosa y delicadamente en el río Cahabón, entre la selva, y…de repente…sentir el aroma del copal.

Tanto el paseo por el río, como le de las cuevas fueron memorables y muy divertidos.


03
Ene 17

El Cahabón y la jungla, segunda etapa del viaje de fin de año

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Salimos de Cobán temprano y agarramos camino en busca de la jungla a través de bosques, montes y valles verdes y profundos, salpicados de ermitas blancas.  ¿Has oído ese cliché que dice que este paisaje, o aquel parece Nacimiento? Pues…si…¡que geografía más impactante!  Llegamos a Lanquín donde nos esperaba el tranporte 4 x 4 en el que atravesaríamos los últimos 10 kilómetros del viaje que son los más agrestes, para luego llegar al hotel.

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Si no tienes un todoterreno, Utopía Eco-Hotel provee transporte de forma conveniente.  Mi consejo, sin embargo, es que pidas un pick-up de doble cabina, el caso es no ir rebotando en la palangana, aunque tengas que pedir más de un vehículo.

Llegamos al hotel que es encantador en medio de la selva y junto al río Cahabón.  Hay alojamientos para todos los presupuestos y nosotros pedimos una cabaña frente al río que es la mejor opción en términos de comodidad y belleza.  Luego del encanto del lugar, lo primero que impresiona es la organización.  También impresiona la puntualidad. Te reciben cordialmente y un miembro del equipo de ayuda a planificar las actividades y a adaptarlas a tus necesidades…siempre tomando en cuenta que estás en la jungla. Estábamos en el día 27 y decidimos descansar.  Para mí fue día de almorzar pizza y ramen (muy sabrosa), para luego emprender una caminata río abajo.  Luego siesta y Yo, Claudio en el balcón con vista al Cahabón.  La cena no merece mención; pero dormimos como tiernos con el sonido del río y los sonidos de la selva envolviéndonos y arrullándonos….y al día sigueinte nos esperaba Semuc Champey.

Utopía tiene un ambiente internacional y relajado. Igual conversamos con una familia de Chicago, como cenamos acompañados por dos primas francesas, y por un trío de chicas de Marruecos, Francia y Sudáfrica. El inglés y el español son las lenguas francas.

En el área del hotel hay papayales con hasta 60 papayas cada uno; hay árboles de cacao hermosos y se ofrece un tour del chocolate en el que la gente elabora sus propios chocolates.  Una de las mesas está decorada con hierbas aromáticas como apazote y albahaca, y un pequeño arbol de aguacates.  Desde el área común se aprecian una ceiba majestuosa, variedad de pájaros de muchos colores, la selva y el río.  Siempre el río.

No hay buen Wifi y es mejor así.  ¿Por qué fregados querrías estar en un lugar encantador, si vas a estar pegado a la pantalla? En la parte alta del hotel hay conexión si de verdad necesitas comunicarte; pero hay que subir y caminar.  La falta de Wifi, además, invita a conversaciones con gente aventurera, que ha viajado mucho y tiene experiencias de vida más que interesantes.

Utopía fue nuestra base para las actividades.  Con personal muy eficiente, amable, con sentido del humor, puntual y confiable; y ducha caliente y cama razonable (yo siempre viajo con mi almohada y nunca me arrepiento).  Como no soy vegetariano, su lado flaco es el menú de esa naturaleza. Empero, los desayunos son bien sabrosos, ya mencioné el ramen y la pizza que son ricos, y una noche cenamos un pad thai sabrosón.

El 30 volvimos a Cobán, muy contentos de haber ido a Utopía…y gracias a mi cuata Karen, por la recomendación.


02
Ene 17

Cobán, la primera etapa del viaje de fin de año

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Rumbo a las pozas de Semuc Champey y las cuevas de Lanquín, lo sensato es detenerse an Cobán para pasar la noche.  Eso hicimos el 26 de diciembre.

Cuando yo era orquideólogo (una época que recuerdo con mucho cariño), tres veces fuimos en grupo a la exhibición de orquiídeas de allá con los cuates de la Asociación Guatemalteca de Orquideología.  Pasábamos unos días en Cobán, los cuales aprovechábamos para enmontarnos y pasear por los bosques en busca de especímenes raros.  Nos alojábamos en La posada y nos divertíamos como micos.

Yo tenía muy buenos recuerdos de la Ciudad imperial  de Carlos V y de La posada, y no fueron defraudados. La posada está en proceso de renovación; y sus propietarios conservaron el carácter propio de ese lugar encantador.  La arquitectura, el jardín, los muebles y la cordialidad de las personas que trabajan en ese lugar casi, casi te hacen viajar en el tiempo. Los desayunos siguen siendo muy sabrosos; y el café es digno de la región.

Para almorzar, de ida hacia Semuc Champey, en Cobán, elegimos Casa D´Acuña por recomendación del cuate Edgar.  ¡Que buena recomendación!  Yo diría que comí la mejor pizza Margarita que he probado y también unos deliciosos camarones asados en salsa de chile de Cobán.  El lugar, además, tiene una exhibición permanente de orquídeas nacionales y extranjeras.  La atención es muy buena.  El café está a  la altura.

Esa noche no salimos a cenar porque llevábamos los tradicionales sandwichs caseros con ensalada del pavo de la Nochebuena.

¿Sabes qué otra cosa me impresionó? Cobán es una ciudad muy limpia, lo que no es el caso de otras poblaciones en Guatemala.  Es una ciudad vibrante, con arquitectura propia y elegante…con excepción del Júpiter 2 en el Parque Central.  Llamo así al quiosco (seguramente setentero) que es tan feo que tiene gracia.   En fin, si hay basura en las calles es porque la gente es sucia y descuidada; pero es evidente que hay un esfuerzo deliberado de las autoridades por mantener limpia la población.

Al día siguiente agarramos camino para Lanquín donde nos esperaría el transporte hacia la jungla y hacia nuestro destino: Utopía Eco-Hotel.  El camino es embellecido por montones de Epidendrum ciliare, unas orquídeas rojas muy chulas; y lo malo es que una vez entramos a la parte de terracería nos encontramos con dos parejas  de esos extorsionistas que dicen estar reparando el camino y te cruzan un lazo para que no pases.

A Cobán volvimos el 30 cuando retornábamos a Guatemala.  ¡Por supuesto que nos volvimos a quedar en La posada! y regresamos a cenar a D´Acuña.  PIzza y lomito asado fue la elección de esa noche  (la parrilla de D´Acuña tiene buena reputación y bien merecida).  La joya culinaria de ese día, sin embargo la descubrimos en el almuerzo en XKape Kob´an.  Allí compramos el copal mágico que yo tenía mucha ilusión de traer y vimos que estaban preparando caldo de gallina.  Decidimos a comer allí y fue una decisión estupenda.  El caldo estaba delicioso y nos fue servido con arroz y un guiso regional llamado Tiú; que me dejó encantado.  Ya en confianza comimos tamalitos lanquineros de orejas de marrano que estaban de chuparse los dedos.  Todo acompañado por horchata caliente de amaranto, muy reconfortante, y un refresco riquísimo de naranjillas, frutas que yo no conocía.

De regreso también pasamos por el mercado de Tactic, un pequeño paseo muy agradable.

Me traje recuerdos gratísimos de Cobán.