Iduvina Hernández, activista en materia de seguridad, considera que los cambios en el Ejército son “atípicos y abruptos”. Además, supuso que “los cambios evidencian el temor del mandatario por un golpe de Estado”.
Yo creo que un golpe de estado es mala idea. Cuando celebrábamos los Viernes de Luto, hubo muchas conversaciones sobre un posible golpe de estado. Yo siempre me opuse y mi argumento era que por más corrupta que fuera la administración de Alfonso Portillo era importante que terminara su período constitucional por tres razones principales. Primera: por respeto a la Constitución. Segunda: para la maduración política y republicana de los chapines. Nunca aprenderíamos a no elegir sinvergüenzas, ni aprenderíamos a cosechar del largo proceso educativo de prueba y error, si no entendíamos que nuestras malas decisiones tienen consecuencias. Tercera: si alguien sacaba a Portillo del poder, en vez de ser un prófugo de la justicia -como lo es ahora-, sería el Jacobo Arbenz del Siglo XXI. Ahora sería doctor honoris causa de quién sabe cuántas universidades gringas y eurpoeas, y andaría por ahí cobrando por dar conferencias acerca de cómo es que el humilde muchacho de Zacapa había sido expulsado del poder, por la plutocracia chapina que se oponía a los cambios estructurales que estaba llevando a cabo.
Lo mismo se aplica para los Colom y sus cómplices. Hay que dejarlos terminar y luego, pedirles cuentas.