Gracias a Limelight y a la Organización para las Artes de la Universidad Francisco Marroquín (que me dio la pista), he aquí la lista de las 13 más aterradoras piezas de música clásica para este Halloween.
La foto es por Así es la vida.
Gracias a Limelight y a la Organización para las Artes de la Universidad Francisco Marroquín (que me dio la pista), he aquí la lista de las 13 más aterradoras piezas de música clásica para este Halloween.
La foto es por Así es la vida.
Para la mayoría de la gente, su primera asociación con la palabra “bruja” es por medio de cuentos de hadas, de “Macbeth”, o con la quema de brujas, dice Helmuth Schoeck en su libro Envy. En esa obra, Schoeck explica que desde tiempos inmemoriales la sospecha de brujería o de magia negra ha caído sobre aquellos que tienen un motivo para ser envidiosos -de alguien menos feo que él mismo, de padres con suerte, o de un campesino con una mejor cosecha y ganado sano, etc. Después de todo, la mala suerte sólo puede caer sobre aquellos que tienen algo que perder: buena salud, belleza, posesiones, familia. En un intento de entender emocionalmente el problema de la mala fortuna, paracía razonable buscar a personas que pudieran ser envidiosas.
Sigue Schoek: Durante los juicios contra brujas, en Europa, las acusadas eran precisamente personas que, de alguna manera, hubieran levantado sospechas de que eran envidiosas y, por lo tanto, pudieran desearle el mal a otros. Gradualmente, sin embargo, el hombre envidioso mismo se constituyó en el acusador; y las acusadas pasaron a ser personas guapas, virtuosas, orgullosas y ricas, o las viudas de ciudadanos ricos. Este doble papel de la envidia con respecto a la brujería es evidente en pueblos primimtivos. El forastero, el lisiado, cualquiera que estuviara discapacitado es sospechoso y es considerado como responsable de causar daños. Empero, el mismo hombre primitivo es capaz de asegurar que otro miembro de su tribu sólo es rico, poderoso, buen bailarín o cazador sólo porque ha obtenido, mediante magia negra algo que les debería pertenecer a otros miembros de su tribu.
Algunos antropólogos ven en la brujería creencias que funcionan como válvulas de seguridad, como instituciones entendibles y deseables mediante las cuales son reguladas las tensiones intersociales, dice Schoeck; pero [Clyde] Kluckhohn sostiene que el efecto destructivo e inhibidor de aquellas ideas ha sido enormemente subestimado, y que más que controlar sentimientos agresivos lo que hacen es producir timidez y reducir las relaciones sociales. Kluckhohn no deja lugar a dudas con respecto a la coneccipon inmediata entre la envidia y las sospechas de brujería.
En su obra, Schoek cita un trabajo de John Gillin titulado The Culture of Security in San Carlos. A Study of a Guatemalan Community of Indians and Ladinos y dice: También es generalmente cierto entre las culturas indígenas centroamericanas que la envidia y la codicia con tenidas como anomaías o crimenes. Los indígenas conocen una clase de enfermedad que es producida por la magia, a la que llaman envidia, enfermedad que es invocada por una persona envidiosa. La víctima tiene el innegable derecho, reconocido por la comunidad, de matar al su enemigo si puede descubrirlo. Por esa razón es inconcebible que alguien admita su envidia.
Decidí compartir con ustedes estas lecturas para darle a la celebración de hoy un toque diferente al carácter festivo y lúdico que tiene, porque a ratos sospecho que la envidia es un sentimiento muy presente en la sociedad guatemalteca. Eso sí, que conste, que el hecho de haberme puesto solemne en esta entrada no quiere decir que no me disfrute la fiesta de las calabazas, los gatos negros, las escobas, los disfraces y las telarañas.
Me gustan mucho las fiestas; y si son de disfraces, ¡mejor! Me divierte mucho, además, el espíritu juguetón de las personas que se disfrazan para las fiestas y que gozan haciéndolo. Por eso me gusta el Halloween.
Me gusta porque de niño disfrutaba eso de ir de casa en casa pidiendo dulces. Claro que ahora la inseguridad le ha quitado encanto a esa práctica; pero recuerdo con mucho cariño mis noches de Trick, or Treat,que los chapines hemos convertido en Trico Trico, o en algo parecido. Esa mala traducción le ha quitado sentido a la frase que, en realidad, significa que si no quieres que te haga un encantamiento, tienes que darme una golosina…o algo así. Yo me siento incómodo con otras formas de extorsión; pero no creo en los encantamientos, y entiendo que esto no es más que un juego.
Claro que nunca faltan los patanes que manchan puertas y paredes; pero eso es otro par de zapatos que tiene que ver con la falta de educación, no con la naturaleza lúdica de la fiesta.
Ahora está de moda quejarse del Halloween porque hay gente que dice que es cosa del diablo, queja que me parece tan absurda como el tema de los encantamientos. ¿Qué de diabólico puede haber en un montón de críos pidiendo dulces? El hecho es que eso es lo único que les importa a los niños. ¿Y a los grandes? Pues a los grandes nos gusta la parranda…¿y qué? El diablo no tiene que ver con el placer, ni con la diversión, ni con la alegría; sino con las llamas y el olor a azufre.
También está de moda quejarse del Halloween porque es una fiesta extranjera. ¡Como si nuestras fiestas más características no fueran extranjeras! La Navidad y la Semana Mayor las trajeron los curas españoles a fuerza de hierro y pólvora. Y lo mismo se puede decir de la Fiesta de Todos los Santos (la mayoría de los cuales son europeos) y de la del Día de los Muertos. Y nadie se quejó cuando la Semana Mayor fue declarada Patrimonio Nacional, ¿o sí? Además, ¿cuál es el criterio para decir qué fiesta es nuestra? ¿Quiénes somos nosotros? A ver…¿dónde fueron inventados el Nacimiento y el Arbolito? Todo esto es un disparate enraizado en esa perversión que es el nacionalismo; o en esas otras peores como el racismo y el chovinismo.
El Año Nuevo, en el primer día de enero, es una fiesta extranjera; el 1 de mayo conmemora una masacre en los Estados Unidos de América; El 30 de junio celebra la Revolución enraizada en el constructivismo francés; el 15 de agosto (y todas las fiestas patronales) tiene sus orígenes donde los tienen el 25 de diciembre y el 15 de enero; y así nos podemos ir fiesta con fiesta. Y las fiestas mayas, ¿cómo sabemos que no tienen orígenes olmecas, toltecas, o teotihuacanos? ¿Hay algo que sea 100% puro chapín? ¿Qué es ser 100% chapín?
La búsqueda de la pureza cultural, así como la de la pureza étnica, es una quimera más espantosa que cualquier niño disfrazado y con sobredosis de azúcar. En vez de enconcharnos en la aldea, o en la parroquia, seguramente sería mejor que nos enriquecieramos con las experiencias culturales que nos ofrece este mundo que es un pañuelo. ¿Por qué no? Mientras más fiestas y más alegría, mejor.
Hoy, que mi fiambre ya está listo desde anoche, y como dice la canción: ¡Voy a pasármelo bien!; y si te interesa el tema te recomiendo este artículo: La pasión por la calabaza.
Hoy se celebra el Halloween, que es una de mis fiestas favoritas sobre todo si hay oportunidad para disfrazarse. Criticada por algunos porque dicen que es fiesta ajena, o que es satánica, esta celebración ha ido creciendo en popularidad y a mí me cae muy en gracia. El año pasado, por ejemplo, con un grupo de amigos y amigas fuimos a la fiesta vestidos de V, de la peli V for Vendetta.
Esta noche también es importante porque es la víspera del Fiambre, plato guatemalteco que a mí me apasiona.
La foto es por mi cuate Luis Pedro.
A mí me gustan las fiestas; y si son de disfraces, ¡mejor! Por eso me gusta el Halloween. No porque sea adorador de Satanás, ni nada parecido.
¡Que siga la fiesta!; algo inteligente para discutir en esta fecha: http://www.reason.com/news/show/123222.html