20
Mar 13

No hay tal genocidio

Leí, en un diario de los diarios chapines, que comete genocidio quien cause la muerte de miembros de grupo nacional, étnico, o religioso; y si así fuera, cometería genocidio todo homicida y todo asesino, porque, ¿qué víctima no es miembro de un grupo nacional, étnico, y/o religioso?

En los procedimientos contra Efraín Ríos Montt y José Mauricio Rodríguez los grupos involucrados en la acusación omiten el componente fundamental de la tipificación de aquel delito, contenido en el artículo 376 del Código Penal: el propósito de destruir a un grupo nacional, étnico, o religioso.  El mismo elemento de propósito o intención de destruir se observa en el artículo 6 del Estatuto de Roma.

Recuerdo, de mi maestro Francisco Fonseca Penedo, que la tipificación de los delitos se deriva del principio de legalidad, propio de un estado de derecho. Los delitos deben estar descritos con precisión y si una conducta humana no se ajusta exactamente al delito descrito, no puede ser considerada como tal.

En el caso que nos ocupa, los grupos interesados no pueden probar –porque no existió–el propósito preciso y exacto de eliminar a un grupo étnico. Ni siquiera si hubiera la evidencia circunstancial de que un número elevado de personas de un grupo específico hubiera sido víctima de alguno de los actos que son genocidio.  Circunstancial porque si un porcentaje elevado de los habitantes del país tenemos sangre indígena, sería muy raro que en un enfrentamiento armado que duró 36 años no hubiera víctimas indígenas.  Y circunstancial porque si actividades especialmente violentas de aquel enfrentamiento ocurrieron en zonas geográficas habitadas mayoritariamente por indígenas de una u otra etnia, sería muy raro que la mayoría de víctimas no perteneciera al grupo dominante en aquella zona geográfica.

Lo cierto es que si alguien cometió delitos durante el enfrentamiento armado –de uno y otro lado– debería ser juzgado por esos delitos. Ríos Montt es impresentable; pero es inadmisible que se quiera fabricar una acusación de genocidio. Pretensión que huele a venganza, y no a justicia.  Habiendo la posibilidad de que miembros de uno y otro bando hayan cometido delitos de verdad, durante el conflicto, es sospechoso que haya un énfasis en un supuesto delito de genocidio, fabricado mediática y judicialmente.

Por otro lado, si no se va a juzgar a ambas partes del conflicto; si se va a insistir en el tema artificioso del genocidio, ¿qué sentido tienen los acuerdos de pacificación? La venganza contra una de las partes –en violación del debido proceso y del principio de legalidad– no puede sino interpretarse como la continuación del conflicto armado por la vía de la justicia politizada o de la política judicializada. Especialmente cuando la jueza llega vestida de rojo y negro.

El tema de la jueza es importante porque ayer, que comenzaron los procedimientos citados, la jueza expulsó del tribunal al abogado de Ríos Mont cuando lo que en realidad procedía era que ella se excusara, o que enviara la solicitud de recusación a la Sala correspondiente.  Esto es porque el citado abogado expuso que, en 2011, la jueza había declarado que tenía grave enemistad con él y había pedido apartarse de todos los procesos en los cuales figuraba él.  Siendo aquel el caso, lo impensable -por ilegal y por violatorio del derecho de defensa del encartado- era que la jueza expulsara al abogado y privara al acusado (cuya presunción de inocencia es inexistente en los procedimientos) de una defensa conforme al debido proceso y a la ley.  Es un hecho que el artículo 92 del Código Procesal Penal le garantiza al sindicado el derecho a elegir un abogado defensor de su confianza.  Es un abuso grave que la jueza se haya arrogado la facultad de negarle un abogado de su confianza al imputado.

Si a esta arbitrariedad se le suma el hecho ominoso de que durante meses se le negó al encartado la posibilidad de aportar pruebas para su defensa; y sólo hasta ayer se le notificó que serían aceptadas las pruebas de descargo, sólo cabe sospechar que estos procedimientos tienen un elevado tinte político.  Si el tribunal comenzó los procedimientos cometiendo aquellas arbitrariedades, ¿estos procedimientos van a servir a la justicia, o a los colores y propósitos de grupos políticos específicos?

Y me pregunto que, ¿en qué cajón ya está redactada la sentencia contra Ríos y Rodríguez?


24
Jul 07

Aniversario del Jueves Negro

“Centenares de eferregistas fuera de control tomaron ayer calles y sectores de la capital. Con los rostros cubiertos y armados, con palos, piedras, machetes y armas de fuego exigieron la inscripción de José Efraín Ríos Montt, como candidato presidencial del FRG.

Los movimientos comenzaron desde la madrugada. Alrededor de 50 buses procedentes principalmente de Quiché, Totonicapán, Jalapa Jutiapa y las verapaces arribaron a la capital a las 5 de la mañana, con cientos de campesinos simpatizantes del Frente Republicano Guatemalteco (FRG) y se dirigieron a puntos estratégicos de la ciudad.

Con días de antelación habían planificado que el Hipódromo del Norte, en la zona 2, la avenida de Las Américas, en la zona 13, y el Centro Cívico, serían los puntos donde se reunirían para iniciar las protestas a favor del caudillo eferregista.

La movilización obedecía a las palabras de Ríos Montt, quien el lunes 21 advirtió que si no era inscrito como candidato, era posible que perdiera el control de las bases del partido y se suscitaran actos de violencia.

“Estamos llegando a un punto que se pueden salir de control del Comité Ejecutivo algunas acciones de simpatizantes”, dijo ese día. Tres días más tarde cumplía la advertencia”.

Así reportó Prensa Libre los hechos del 24 de julio de 2003, fecha conocida en la Historia reciente de Guatemala como el Jueves Negro. Gracias a noeschisme.com, la triste efemérides no pasó inadvertida. En esa ocasión perdió la vida el reportero Héctor Ramírez, cuando era perseguido por los revoltosos. Héctor fue mi compañero cuando yo trabajaba en el noticiario de televisión Aquí el mundo.

Ese jueves fue seguido por una jornada luctuosa que no debe ser confundida con los Viernes de Luto en los que los guatemaltecos protestabamos contra los abusos de la administración del FRG y del presidente prófugo Alfonso Portillo.

La foto la tomé desde la ventana del que era mi dormitorio. En ella se ve a los bochincheros, armados con palos para piochas, o hachas, de esos que venden en las ferreterías. Caminaban rumbo al Este sobre la 14 calle de la zona 10.