¿Cómo iba, yo, a resistir la tentación de encaramarme en barcos antiguos y en submarinos? De modo que, siendo que la de ayer fue mi mañana libre en la Objectivist Conference, me fui temprano y corriendo al Maritime Museum de San Diego.
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Al primero al que subí fue el Star of India, el buque más viejo del mundo que aún navega regularmente. Esta fue una nave de inmigrantes y de carga, y ahora captura la imaginación de quienes lo visitamos. Uno se siente como transportado en el tiempo y lo que más me impresionó fue su aroma.
Luego subimos al HMS Surprise, una réplica de un barco del siglo XVIII, nave que fue usada en la película Master and Commander: The Far Side of the World y que fue el buque del capitán Barbosa en The Pirates of the Caribbean.
De ahí pasé a recorrer un submarino soviético, de ataque, B-39. Una nave de diesel construida en Leningrado en 1974. Me acordé de cuando era niño y con mi enciclopedia Mis primeros conocimientos, soñaba con subirme a un submarino. La experiencia es mixta ya que uno se imagina que la vida en esas naves no sólo no era agradable, sino que era ruidosa, sucia, desesperante, tensa y casi miserable. Sin embargo, no deja de ser misteriosa y de aventura.
Contrasté el submarino soviético con el USS Dolphin, un submarino de los Estados Unidos de América. Esta nave fue el submarino que registró el record de profunidad conocido. Ahora esos datos son secretos. A pesar de ser de 1968, más viejo que el B-39, sus ambientes son más agradables -valga esa descripción-. Tuve la misma impresión cuando comparé las naves espaciales soviéticas y estadounidenses. Aquellas eran más toscas y abigarradas que estas.
Al concluir los recorridos por submarinos taciturnos pasamos por el lujoso Medea, un yate de recreo de 1904; y por el Berkeley, un ferry de pasajeros que operaba en la bahía de San Francisco. Al final, y por falta de tiempo, sólo pasamos junto al porta aviones Midway…pero lo visitaré luego.
En 2009, en Boston, tuve la dicha de ver una exhibición de barcos de vela…y la verdad es que yo me pongo como niño en estas exhibiciones y me gozo muchísimo estas maravillas que son los barcos. En esa ocasión, lo mejor de todo fue ver a la tripulación del Kruzenshtern recogiendo amarras.