No estoy de acuerdo con que las Organizaciones Privadas Voluntarias de Servicio reciban dinero ajeno tomado por la fuerza, o sea dinero de impuestos. Es intrínsecamente malo, contradictorio y perverso que las OPVS vivan de tributos. Pero menos estoy de acuerdo con que la administración piñatice aquellos dineros. Y es particularmente canalla que, con esos fondos, la administración desvista un santo, para vestir a otro.
Tal cosa es lo que ha ocurrido con la Fundación Marco Antonio para enfermos de VIH y Sida, a quien el Congreso le quitó los fondos públicos que recibía y al amparo de los cuales había crecido, para dárselos a la Fundación Red de Sobrevivientes de la Violencia Doméstica, a la Asociación para el Desarrollo Comunitario y la Familia, a la Asociación Solidaridad y a la Asociación para el Desarrollo Integral de las Comunidades Guatemaltecas.
No se…si yo fuera dirigente de alguna de estas últimas cuatro organiaciones, a mi me daría vergüenza recibir fondos que le han sido quitados a algo como como la Fundación Marco Antonio.