Rompopo, marsala al huevo y vermouth; una pierna de cerdo horneada y ensalada de papas; algún turrón y galletas hechas en casa; y la encantadora compañía de mi abuelita Juanita y de mi tía abuela, La Mamita, eran característicos de mis primeros años nuevos que recuerdo. Mis padres eran jóvenes y fiesteros de modo que los niños nos quedábamos en casa con todo lo necesario para despedir el año viejo y darle la bienvenida al nuevo.
La fiesta de los niños incluía escuchar historias de la niñez de mi abuela y de mi tía abuela, y la cena; incluía la quema de estrellitas; una sola copita de cualquiera de las bebidas citadas; El brindis del bohemio escuchado por la radio; el grito de Happy new year por parte de La Juanis y coreado por los niños; las doce uvas y el rito de vestir y sentar al niño.
Siempre recuerdo con mucho cariño esas celebraciones; como me acuerdo con alegría de cuando mis padres volvían -acompañados por amigos- ya que había amanecido el primer día del nuevo año. Una de las cosas que más disfruté, de siempre, fue ver a mis padres bailando cualquiera que fuera la hora. En ocasiones como esa, mi padre solía preparar unos huevos horneados con jamón, queso y salsa de tomate, que todavía hago de cuando en cuando.
En tiempos de vulnerabilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad como los que vivimos, el recuerdo de las tradiciones es valioso porque nos conecta no sólo con las generaciones que nos preceden y las que nos suceden; sino porque contribuyen a crear comunidad y tienen un efecto positivo en la necesaria recuperación emocional. Quienes frecuentan este espacio habrán notado que no es la primera vez que menciono el valor de las tradiciones; pero por un lado es que la temporada es propicia para ello, y por otro es que muchas tradiciones están bajo ataque.
Ya sea que conserves las de tu infancia, o que estés creando tus propias tradiciones, es muy bueno no olvidar de dónde viene uno y evolucionar. Y ya sea que 2021 te haya traído, o no una chiva, una burra negra, una yegua blanca y una buena suegra. mi familia y yo te deseamos paz, prosperidad, amor y salud en el año que empieza mañana. L´chaim.
Esta columna fue publicada en elPeriódico.
Actualización: Sospecho que este va a ser un año de resistencia; uno en el que nos va a ser muy útil y valioso reconocer aquello por lo que deberíamos estar agradecidos, frente a lo que damos por sentado, permanente y merecido