Fanatismo y respeto en fútbol

 

Como la selección de fútbol de Guatemala está enfrentando a su homóloga de El Salvador, ¿qué se le ocurrió a una bola de orcos aficionados, anoche? Pues no dejar dormir a los jugadores visitantes para minar sus capacidades durante el partido de hoy.

Ustedes me van a perdonar; pero eso no es espíritu deportivo, eso no es juego justo, eso no es de personas civilizadas y ganar un partido —si es que la selección chapina gana— mediante esos trucos no es virtuoso, no tiene mérito y debería dar vergüenza. Actos como el descrito arriba devalúan el talento de los jugadores de la selección nacional.

No es la primera vez que eso ocurre. Hace años, cuando yo vivía frente al hotel Clarion Suites, ahí se hospedó la selección de Costa Rica y —como anoche— grupos de aficionados se juntaron en la calle para quemar fuegos artificiales y no dejar dormir a los jugadores ticos. Apuesto a que el mismo tipo de gente que hace cosas así es el mismo tipo de ralea que lanza bolsas de agua durante la fiesta de las antorchas el 14 de septiembre.

El 20 de agosto pasado, en Argentina, hinchas violentos de los equipos Independiente y Universidad de Chile se pelearon y hubo más de 20 heridos, una persona resultó gravemente golpeada en la cabeza y dos aficionados se lanzaron al vacío para escapar. Esa fue una noche negra para el fútbol sudamericano, que expuso una vez más problemas crónicos de violencia en las tribunas.

El fair play, promovido por la FIFA y las confederaciones como Concacaf y Conmebol, no se limita al comportamiento en el campo de juego (como respetar las reglas, o evitar simulaciones). Incluye el respeto mutuo entre equipos, aficionados y autoridades, así como la garantía de condiciones iguales para todos los participantes. Acciones que generan intimidación, violencia o ventajas injustas fuera del estadio también lo vulneran, ya que afectan la integridad del deporte. En Hispanoamérica, donde la pasión futbolera es intensa, estos incidentes destacan un problema crónico: el fanatismo que cruza la línea hacia lo antideportivo.

¿Qué relación hay entre lo de anoche y lo de Argentina? Que ambos casos involucran a hinchas actuando como agentes desestabilizadores que piriorizan el triunfo de su equipo por encima del respeto al oponente y el espíritu deportivo. En términos de fair play, esto erosiona la idea de una competencia leal, en la que todos parten en igualdad de condiciones.

No tienen valor las victorias manchadas por la falta de ética. El fútbol, como espejo de nuestra sociedad, merece que se viva con pasión, pero también con respeto. Si queremos un deporte que nos enorgullezca, empecemos por rechazar estas prácticas y promover un juego limpio que honre el talento y el esfuerzo de los jugadores.

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