Dicho lo anterior, paso a lo siguiente: he aquí los consejos de Benjamín Franklin para el año nuevo, modificados para mi conveniencia y perspectivas.
Templanza: No comas hasta sentirte harto. No bebas hasta la ebriedad.
Silencio: No hables más que aquello que pudiera beneficiar a otros, o a ti mismo. Evita las conversaciones triviales.
Orden: Ten un lugar para cada una de tus cosas. Ten un momento para cada parte de tu trabajo.
Resolución: Comprométete a llevar a cabo lo que debes hacer. Haz sin falta lo que te comprometes a llevar a cabo.
Frugalidad: No gastes más que en lo que pueda hacer el bien a otros o a ti mismo. No desperdicies nada.
Trabajo: No pierdas el tiempo. Ocúpate siempre en algo útil. Elimina todo acto innecesario.
Sinceridad: No lastimes a nadie con engaños. Piensa con inocencia y con justicia. Si hablas, hazlo de acuerdo con esto.
Justicia: No perjudiques a nadie, ni haciéndole daño ni omitiendo lo que es tu deber.
Moderación: Evita los extremos. No guardes resentimientos tanto tiempo como puedas creer que lo merecen.
Limpieza: No toleres la falta de limpieza, ni en el cuerpo, ni en la ropa, ni en la vivienda.
Serenidad: No te dejes alterar por nimiedades, ni por accidentes comunes o inevitables.
Prudencia: Disfruta al acto sexual, pero nunca hasta sentirte harto o débil, y sin que llegues a afectar tu propia paz, o reputación, o la de otra persona.
Orgullo: Esa virtud que es consecuencia de la autoestima y de la productividad.
Por si andabas con el pendiente, te cuento que, igual que ha ocurrido en otros años, no he avanzado mucho en la práctica de la resolución, la frugalidad y la serenidad… por si andaban con el pendiente.
¡L´chaim! y¡Carpe diem! Sorpéndeme 2025.