Gracious fue nuestra palabra favorita en esta excursión. En inglés se refiere a una actitud caracterizada por la bondad y cierta cortesía cálida y no fingida. Aunque suele atribuirse a monarcas y aristócratas, también es propia de personas educadas (que no necesariamente instruidas) y con algún grado de orgullo y auto-estima. Graciousness es lo que nos dispensaron nuestros anfitriones en este road trip y ¡Que alegría!
El día comenzó con un buen desayuno en la Casa Hanckel y con la planificación de las visitas; planificación que se redujo a confirmarle a Camila Sinay que la visitaríamos porque ella ofreció engalanarse para las fotos. Rachel, Raúl y yo llegamos a la casa de Camila en tuk tuk, porque Lissa se nos unió después. Porque las calles son muy estrechas, el carro lo dejamos en el parque de San Antonio Aguas Calientes. En la casa de Camila nos recibieron su hija -Guadalupe- y sus nietos en el patio; y luego salió Camila vestida con un bellísimo huipíl tradicional de San Antonio, un chachal hermoso y sus aretes de oro, acompañados por un corte no menos impresionante. El huipil de San Antonio es famoso por su colorido y sus imágenes de guacamayas; pero, sobre todo, por la calidad del bordado.
Camila nos contó sobre la dinastía mascarera de los Sinay que pasa por ella y su esposo, Dolores Pérez; por su padre, Guadalupe, y su abuelo, Juan; luego de que su bisabuelo, Mateo llegara a San Antonio procedente de Villa Nueva. Con su liderazgo y su patrocinio (muchas veces sencillo, pero siempre entusiasta), Camila promueve la tradición de máscaras y bailes entre los niños y jóvenes de San Antonio. Hay que aprender a trabajar, Trabaja, trabaja, trabaja, hay que trabajar para tener algo, le decía su padre, Guadalupe; y ella siempre ha trabajado, no sólo para tener algo, sino para colaborar con la fiesta del Dulce Nombre de Jesús y con los niños.
Nos contó que había estudiado para modista profesional, por correspondencia, y que por una necesidad ya no había continuado sus estudios. De cualquier manera, ella aprendió a tejer y el huipil que lució en esta ocasión es una de sus creaciones. A los seis años empezó a hacer máscaras, a los ocho años fue enviada a un coro y Camila canta (especialmente canciones religiosas). Ella cocina y se enorgullece de viajar lejos y de preparar hasta tres mil platillos cuando hay celebraciones con música cara en las aldeas a donde llegan el gobernador y sacerdotes. La dinastía Sinay también está vinculada a los tradicionales y espectaculares Desafíos de moros y cristianos en San Antonio.
Uno puede estar horas y horas escuchando las historias y aventuras de Camila, disfrutando de su graciousness y de su facilidad para compartir. Acordamos una sesión de fotos en el patio y para ella, nuestra anfitriona pidió su tzut. Básicamente un un tzut es una pieza cuadrada de tela que se usa sobre la cabeza, o a modo de capa. Camila nos contó que ella nunca sale de su casa, y menos si es para ir a misa, sin su tzut. ¡Y nos mostró el suyo! que es una pieza magistral de brocado característico de San Antonio Aguas Calientes. Su colorido y detalles de flores y pájaros lo dejan a uno con la boca abierta, y a eso se suma el hecho de que el brocado de San Antonio se ve igual al derecho y al revés, una técnica que hace de esos tejidos algo fascinantemente bello.
Al concluir la sesión de fotos, ¡como nos costó despedirnos de Camila, su hija y sus nietos!
A la vuelta de su casa vive Victorino, su hermano, también miembro de la dinastía Sinay. Él estaba ocupado, y accedió a recibirnos más tarde, de modo que, en el carro de Lissa, agarramos camino a donde almorzamos.
El lugar elegido fue el restaurante Bayit, en San Antonio Aguascalentes. El lugar es muy agradable y fuimos muy bien recibidos. Yo tuve los ojos más grandes que el estómago y pedí una sopa de frijoles, y spaghetti a la boloñesa y ambos estaban bien ricos; pero la próxima vez pediré uno u otro porque las porciones son generosas. Lissa, Rachel y Raúl también pidieron sus almuerzos; y , aunque nos fue bien con la comida, lo que yo nunca pediría son los papanachos,
Visita a Victorino Sinay
En el carro de Lissa, que había llegado un poco más tarde a la casa de Camila, agarramos rumbo a la casa de Victorino Sinay. Una vez más, gracious fue la forma en que él y su hijo, Gilberto nos recibieron en su casa. Esta rama de la dinastía Sinay se dedica a la herrería y a la metal-mecánica. Ya no tienen máscaras, pero Victorino y su hijo recuerdan bien a sus ancestros mascareros y nos compartieron anécdotas familiares relacionadas con las tradiciones de San Antonio. Tanto Camila, como Victorino tienen en sus casas capillas fascinantes con imágenes talladas y fotografías evocadoras.
Victorino tenía un compromiso así que la visita fue corta; pero le encargó a otro de sus hijos que nos llevara a casa de Lily, la hija de su hermana María Juana, porque Lily sí tenía máscaras y también podía ayudarnos con la investigación de Rachel. Recuerda que andamos en esto porque Rachel -entre otros intereses académicos y personales- es estudiosa de las máscaras y danzas tradicionales de Guatemala.
Visita a Lily Sinay
Bajo unos torrentes de agua -de esos que caen en el altiplano- llegamos a la casa de Lily que –graciously– nos hizo pasar al corredor de su casa donde nos mostró máscaras de su padre, textiles que ella elabora, y pequeñas esculturas religiosas que hace su hijo Leo, con plasticina.
Lily es polifacética. Además de tejedora, conoce la técnica de bolillos para hacer encajes y así estuvo de cerca de irse a España una temporada debido a su habilidad. Lily se dedica a entrenar candidatas a reinas y a candidatos a mister. También entrena a los participan en el baile del sacrificio del venado. Ella y su esposo son empresarios y ahora, a duras penas se están recuperando de las pérdidas que les dejaron los encierros forzados del 2020 cuando perdieron su negocio de trajes típicos que tenían en Tikal.
Yo quería una de las imágenes que hace Leo, para el altar del Día de los muertos que hacemos en el contexto de la fiesta del fiambre, en casa; pero el chico no la quiso vender.
Luego de una plática llena de anécdotas e historias con Lily, y bajo los guamazos de agua, Lissa nos llevó al pick-up en el Parque Central; y luego de atravesar las correntadas para entrar en él, volvimos a La Antigua. Nos costó mucho volver debido a la lluvia ya que, como colapsó la carretera al Pacífico, todo el tráfico comercial que va del puerto Quetzal a la ciudad de Guatemala y viceversa, pasa por los alrededores de La Antigua, por lo que el paso se hace lento y complicado.
El debriefing fue breve, un par de vinos porque llegaron unos amigos de Lissa, boquiteamos y a dormir.
Máscaras y morerías II, Sumpango
Máscaras y morerías IV, Ciudad Vieja