A un cuate, con hijos preadolescentes, un grupo de delincuentes lo dejó cuadraplégico. Para él, si en enero y febrero del 2024 hubo menos homicidios que en el mismo período del 2023 y luego, en marzo y abril hubo más homicidios, es un tantito irrelevante.
Desde donde está ahora, a causa de delincuentes que no han enfrentado las consecuencias jurídicas de sus acciones criminales, aquello es como discutir acerca del sexo de los ángeles, o acerca de cuántos de ellos caben en la cabeza de un alfiler.
Ojo…¡por supuesto que es importante que disminuya la delincuencia! Pero es importante que sea disminuida porque el gobierno cumple con sus únicas funciones legítimas que son proveer seguridad y justicia de forma sostenida y sostenible. Es bizantino celebrar que la delincuencia disminuya estacionalmente, o que disminuya dos meses para volver a crecer en el siguiente bimestre.
La seguridad y la justicia por cierto, son como un banco que descansa sobre tres patas: apoyo legislativo, apoyo presupuestario y apoyo político. Y abarca no sólo a la policía, sino a los tribunales de justicia, la fiscalía y al sistema penitenciario. Ningún programa de seguridad ciudadana -que no sea basado en la circulación de paneles blancas y otras prácticas similares- va a funcionar, en el largo plazo, si no se entiende aquello.
Y voy a añadir un quinto elemento que se hizo evidente en la zona 14, la semana pasada, cuando un grupo de agentes privados de seguridad hizo posible la captura de un grupo de secuestradores express, captura que trataron de capitalizar en el Ministerio de Gobernación. Las personas -individualmente, o asociadas; directamente, o por medio de agentes en los que confían- tienen derecho a defenderse. Pero, si tienen que hacerlo, ¿por qué tienen que pagar impuestos supuestamente destinados a la seguridad ciudadana? Además, deben diferenciarse aquellos esfuerzos, de los que podrían hacer grupos de justicieros.
Dicho lo anterior, es un desatino calificar de mera percepción la existencia de una criminalidad evidente en las vidas diarias de muchísimas personas. Por los lugares donde viven, por los lugares donde circulan, por los horarios en que se movilizan, por los empleos en los que trabajan, demasiadas personas están expuestas a los efectos directos e indirectos de la delincuencia impune.
No es prudente ignorar las angustias de esas personas; no es prudente ningunear la información acerca de actos delincuenciales; la gente necesita saber cuáles son los lugares peligrosos para vivir y para circular; es absurdo que en un lugar se comentan delitos reiteradamente y con frecuencia y las autoridades no puedan montar una operación de inteligencia para capturar y conseguir sentencias condenatorias para los responsables; es increíble que grupos delincuenciales puedan actuar con frecuencia y de forma sostenida sin protección, o complicidad de algún tipo.