Taiwán debería ser parte activa de un sistema mundial de salud por cuatro razones importantes, especialmente en el contexto de la salud global y la cooperación internacional:
- Experiencia y recursos: Taiwán cuenta con una sólida infraestructura de salud y experiencia en gestión de emergencias sanitarias. Su inclusión en un sistema mundial de salud le facilitaría compartir sus conocimientos y recursos para abordar desafíos de salud pública a nivel global.
- Contribuciones significativas: A pesar de no ser miembro de un sistema mundial de salud, Taiwán ha demostrado su compromiso con la salud global mediante contribuciones financieras y técnicas a la OMS, que es lo que hay y forma parte de la ONU, así como a otros países durante la crisis del covid-19.
- Salud sin fronteras: La salud pública no reconoce fronteras. La exclusión de Taiwán de la un sistema mundial de salud limita la capacidad de la comunidad internacional para abordar eficazmente amenazas transnacionales para la salud, como epidemias y pandemias.
- Cooperación global: En un mundo cada vez más interconectado, la cooperación internacional en salud (que no debe ser globalismo) es fundamental. Taiwán cree que su participación en la OMS promovería la colaboración entre países y fortalecería la capacidad de respuesta ante emergencias sanitarias.
Quienes visitan este espacio saben que comparto la opinión de Ayn Rand en el sentido de que la ONU y sus agencias son fosas grises de desmoralización, cinismo, amargura, desesperanza, miedo y culpa sin nombre que se está tragando el mundo occidental; pero la inclusión de Taiwán en la OMS -si la República de China (Taiwán) fuera un contenedor contra el globalismo– no solo podría ser beneficiosa para la isla, sino también para la salud global en su conjunto, al promover la colaboración, la solidaridad y la protección de la salud a nivel mundial.
Taiwán es un sólido aliado en temas de salud; y la inclusión de ese país en una red sanitaria mundial integral debe ser abordada racionalmente.