Y cayó la ceniza, pues

Mi balcón amaneció con arena y ceniza del Volcán Pacaya, y a lo largo del día -en la ciudad de Guatemala- aquellos materiales son omnipresentes. Como dice la gente: con la plandemia ya la estábamos viendo negra y el Pacaya puso su grano de arena.

Cuando llegué a la oficina había arena y ceniza.

No es tanta como en 2010; pero igual uno se acuerda de aquel arenero que cubrió todo de negro.  Como nieve…pero negra. De la experiencia de 2010 en este enlace puedes ver y escuchar la llanta de mi bicicleta como rodaba sobre la arena. Para info sobre volcanismo, le recomiendo esta conferencia de Héctor Monzón; y esta conversación, con mi maestro de geología, Sam Bonis.

El Insivumeh dice que durante la noche, de anoche se escucharon explosiones moderadas y algunas fuertes, las cuales son acompañadas de retumbos y sonidos similares a turbina de avión. Se observaron balísticos que alcanzaron alturas hasta 500 metros sobre el cráter y se reporta caída de lapilli en San Francisco de Sales y San José Calderas. La ceniza alcanza alturas entre 3,500 a 4,000 metros sobre el nivel del mar en un radio de 30 a 50 km según la dirección del viento, reportándose caída en las comunidades cercanas al volcán (El Cedro, San Francisco de Sales, Mesías Bajas, Mesías Altas, Los Pocitos, Los Dolores, Santa Elena Barillas), así como también en Villa Nueva y la Ciudad Capital. Se mantienen tres flujos de lava, uno al suroeste, otro al este, y uno en dirección sureste; por las condiciones climáticas durante la noche y madrugada se desconoce la longitud de los mismos., debido a la pendiente del terreno estos flujos generan desprendimiento de bloques. Se registra tremor (vibración Interna) asociado a ascenso del magma, movimiento del flujo de lava y presión de gases.

Así como en la foto está mi carro.  En la mañana pensé en usar Uber; pero tomé la mala decisión de no hacerlo y bueno…

Si te ocurrió, no olvides no usar los limpiabrisas, ni bajar los vidrios y quitar la arena con agua abundante tan pronto como sea posible.

Cuando vivía en Costa Rica, ca. 1963, hubo una erupción importante del Irazú, pero yo no la recuerdo para nada; empero, mis padres contaban que todo estaba cubierto de ceniza. Luego, en 1998, el Pacaya hizo lo mismo que ahora, pero en ese tiempo yo estaba estudiando en la University of Maryland, y sólo recuerdo que, cuando regresé -unos meses después de la erupción-, había arena en muchos rincones de mi casa.

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