Delincuencia y turismo

Un grupo de turistas que visitó  Santiago Atitlán denunció que el sábado pasado fue asaltado por hombres que usaban pasamontañas, en el kilómetro 10 de la carretera entre Santiago  y el Cerro de oro. Sin un mínimo de seguridad para los visitantes -y para todos- Guatemala seguirá sin desarrollar todo su potencial turístico.

Cerro de oro, en Atitlán.

De acuerdo con una de las víctimas un hombre se colocó en medio de la cinta asfáltica con una pistola y apuntó al auto en el que se conducían los turistas; luego unas seis personas salieron de los arbustos, rodearon el vehículo y les quitaron sus pertenencias de los ocupantes del vehículo.

Mientras aquello ocurría, el Instituto Guatemalteco de Turismo celebraba que Guatemala recibió el Sello de Viaje Seguro que otorga el Consejo Mundial de Viajes y Turismo luego de que Guatemala cumple con los protocolos de higiene y desinfección, lo que genera una mayor confianza para los visitantes toda vez que las autoridades decidan abrir los destinos turísticos”.

¡Muy bonito y todo!; pero mientras que Guatemala siga teniendo fama de que es un lugar donde los turistas son asaltados, la industria turística en el país que está en el corazón del mundo maya seguirá siendo…¿cómo es que se dice?…un largo amanecer que no termina de ser día.

Eso sin contar con los bloqueos de carreteras, las arbitrariedades que cometen muchos alcaldes, la burocracia y los despropósitos administrativos en sitios de interés turístico, o el fastidio de que, en ciertas partes del país, quienes recorren las carreteras tienen que someterse a los extorsionistas que cruzan lazos en los caminos y exigen pagos para permitir el paso.

Lo de las medidas higiénicas está bien, claro; pero la verdad es que si no fuera porque Guatemala es cultural y naturalmente fascinante y porque los chapines somos querendones, el verdadero talón de Aquiles de la industria turística guatemalteca son la delincuencia y las arbitrariedades.

 

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