Privilegios

En los últimos meses, grupos de exportadores y de industriales han estado promoviendo una devaluación política y forzada del quetzal, con el propósito de ganar competitividad para sus empresas.  Y la autoridad monetaria –dentro de las posibilidades que le da la legislación actual– ha estado encareciendo el dólar, poco a poco.

La devaluación artificial del quetzal les permite a los beneficiarios de esa política recibir más quetzales a cambio de sus dólares y facilita que sus empresas les generen ganancias.  Es un típico caso de lo que se ve y lo que no se ve, de Frédéric Bastiat, Es fácil ver la prosperidad de los exportadores e industriales beneficiados por la devaluación del quetzal y el encarecimiento del dólar; pero no es fácil ver los efectos negativos que traen consigo. La diferencia entre un mal y un buen economista es esta: uno se limita al efecto visible; y el otro tiene en cuenta no sólo el efecto que se ve, sino también los que hay que prever, escribió Bastiat.

A simple vista es fácil ver que la devaluación del quetzal beneficia a sus promotores; pero hay que prever que encarecerá las importaciones.  Por ejemplo, las importaciones de bienes de capital que sirven para elevar la productividad de verdad; hay que prever que encarecerá las importaciones de combustibles.  Si el quetzal es devaluado políticamente, la gasolina que usas va a ser más cara. Al transporte colectivo que usas le van a subir los costos, cuando suba el precio del diesel.  Igualmente, el transporte que trae maíz, zanahorias y güisquiles va a ser más caro.

Y si los daños económicos de una devaluación política te parecen malos, ¿qué tal los daños éticos?  Una devaluación al servicio de industriales y exportadores confirma que en esta sociedad los privilegios no son mal vistos.  Confirma que, si un grupo está suficientemente organizado y tiene suficiente influencia, puede usar la ley y el poder del estado para conseguir rentas, aunque eso perjudique a otros.  Confirma que el estado está al servicio de unos y no de todos.  ¿Estás de acuerdo?

Columna publicada en elPeriódico.

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