Una zona talada -de 14 manzanas- en el parque nacional Laguna del tigre, en Petén, fue localizada durante una operación de reconocimiento que se hizo en puntos vulnerables del Biotopo Laguna del Tigre y en el área limítrofe con México, con el objetivo de monitorear zonas invadidas por personas procedentes de Quiché y Alta Verapaz.
A finales del siglo pasado visité el parque nacional de la Laguna del tigre, donde convergen los ríos San Pedro y Sacluc. Allá aprendí algo sobre las hermosas guacamayas y sobre el cultivo de hierbas medicinales. Comprobé, con tristeza, que El Perú-Waka había sido intensamente saqueado antes de que los arqueólogos pudieran excavarla y estudiarla apropiadamente; que lo que queda allá es lo que los depredadores no quisieron llevarse, o lo que escapó a sus garras.
Los patrullajes se incrementaron a raíz de que los invasores talan grandes extensiones de bosque con la finalidad de convertir el área en una zona agrícola o ganadera, por lo que se mantendrá un control permanente en áreas protegidas de los parques Laguna del tigre, Yaxhá, Sierra del lacandón y Biotopos Cerro Cahuí y El zotz.
Voy a atreverme a especular que si hay un área talada así, posiblemente hay otras; y voy a atreverme a especular que, como los taladores son pobres migrantes, no falta quien se oponga a que se criminalice su actividad. Es un hecho que los políticos y burócratas a cargo de la conservación de áreas como Laguna del tigre y otras no tienen capacidad alguna para cumplir con su razón de ser.
De hecho, ayer nos enteramos de que en el área protegida Punta de Manabique, en Izabal, grupos de campesinos talan especies en vías de extinción y se estima que al menos ocho caballerías han sido devastadas. Los lugareños, al salir a luz la denuncia, temen por sus vidas.
En esta semana, leímos, también, que los políticos y burócratas encargados de proteger el patrimonio histórico del país, tampoco están en la capacidad de cuidar los tesoros mayas recién descubiertos, gracias a la tecnología LiDAR y a la colaboración entre Pacunam y NatGeo. Eso es evidente con lo que acabo de contar de Perú-Waká, y con mi experiencia durante el viaje que hice a El Mirador. Durante todo el camino, de cinco días ida y vuelta, vimos estructuras saqueadas. Es un hecho que los políticos y burócratas que tienen a su cargo la conservación del patrimonio cultural, ¿del país?, tampoco tienen la capacidad de cumplir con su razón de ser.
Los políticos y burócratas no pueden conservar La Antigua, ni Amatitlán, ni Atitlán, ni nada para ser francos. Pero, si así es con las carreteras, las escuelas y los hospitales, ¿cómo iba a ser diferente con el pasado, y con la naturaleza?
En estas condiciones, y ahora más que nunca, antes de que sea demasiado tarde, es necesario preguntarse, ¿a quién pertenece la historia y a quién pertenecen los recursos naturales? Es hora de preguntarse si queremos, o no conservar esos recursos y aquella historia. Y si la respuesta es que sí, que si queremos conservarlos, es el momento para explorar: Si lo que estamos haciendo es inútil y costoso (porque es costoso), ¿qué opciones tenemos? ¿Hay ideas nuevas sobre como conservar la historia y los recursos naturales?
Yo digo que sí; y que aquella exploración no debe ser contaminada por consideraciones ideológicas, sino que debe atenerse a evidencias. Por eso, si te interesan estos temas, te invito a visitar:
Red de amigos de la naturaleza
La foto 2 muestra la convergencia de los ríos San Pedro y Sacluc, y en la foto 1 hay un lagarto, ambas las tomé durante mi viaje por el río San Pedro y Laguna del tigre.