Enemigos, taladores y saqueadores

Exactamente, ¿cuántas vidas como la de F. Gómez, E. Mayen, J. Picholá, E. Sarceño, J. Sical. M. Sucuc y E. Valdez vale la de un marero? ¿Cuántos heridos de cuatro años de edad –o de la edad que sea– vale un marero? ¿Doce?

 

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Cosas así me pregunto luego de la balacera del miércoles, cuando un grupo de mareros rescató, a sangre y fuego, a un cómplice de ellos en el Hospital Roosevelt.  El rescatado estaba bajo la custodia del Sistema Penitenciario y llegó al nosocomio, por orden de un juez.  Ningún sistema de inteligencia previó lo que iba a pasar.

Comparto la idea que circula en Twitter en el sentido de que los mareros deberían ser declarados enemigos y deberían ser perseguidos, procesados y castigados como tales.  Como a Abimael Guzmán, por citar un ejemplo.

Mientras tanto, 48 árboles fueron talados a inmediaciones del aeropuerto, y nueve personas fueron capturadas por ello.  Los que resulten responsables del corte material deben enfrentar las consecuencias de sus actos vandálicos; pero más importante será dar con los responsables intelectuales de ese acto de barbarie.  Hace poco tiempo casi todo el bronce de las avenidas Reforma y Américas fue saqueado –presuntamente por los chatarreros, o para los chatarreros–.  No recuerdo si alguien fue capturado; ni autores materiales, ni autores intelectuales.

Los tesoros culturales de Guatemala, como los cuadros de T. de Merlo y los bronces históricos, y ahora hasta las jacarandas son saqueados y destruidos por delincuentes.  Las pinturas del siglo XVIII fueron recuperadas y los autores materiales fueron capturados; pero, ¿se llegó hasta los autores intelectuales del robo?

Así es como estamos.

Claro que todo esto es multicausal; empero, voy a enfocarme en una causa por falta de espacio: La maldad no viene sólo de la gente malvada; sino, también, de las personas buenas que toleran la iniciación de la fuerza como medio para alcanzar fines.  De este modo las personas buenas le dan poder a la gente malvada…Lograr una sociedad libre [y pacífica] requiere valor para pensar, para hablar y para actuar; especialmente cuando es más fácil no hacer nada, como escribió K. Schoolland.

Columna publicada en elPeriódico.

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