Tres reformadores y tres esperanzas

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Como el Primero de enero, y los lunes, un cambio de administración es el principio de algo; y yo quisiera que el cambio de ayer fuera el principio de algo bueno. Pero para ello los chapines y la nueva administración vamos a tener que reconocer que la ocasión demanda el abandono de las ideas y prácticas de siempre –fabricantes de miseria– para emprender reformas profundas y sustanciales.

Esta semana estuvo en Guatemala la neozelandesa Ruth Richardson, la madre de las leyes modernas de responsabilidad fiscal; y esta es la lección que nos deja: Aprendamos de Nueva Zelanda y de Perú y comparémoslos con Venezuela.  Si vamos a hacer reformas, que las reformas sean audaces, basadas en principios e institucionales. Que sean disruptivas.  El capital político debe ser invertido decisivamente para hacer posible la voluntad política de liderear reformas.  Y para eso hacen falta ideas…buenas ideas; porque las ideas tienen consecuencias y las malas ideas tienen malas consecuencias.

Otro reformador que he tenido la dicha de conocer es Mart Laar; que sacó a Estonia del pantano soviético. Mart coincide con Ruth en que si se han de hacer reformas, hay que apuntar alto, fijarse objetivos ambiciosos y no temerles a las reformas impopulares.  Mart no recomienda reformas paulatinas y a medias.  Si quieres saber más sobre las reformas en Estonia, visita este enlace.  Apunta alto, recomendó Laar.  Apunta alto y no tengas miedo.

El tercer reformador que he conocido es Leszec Balcerowicz; que sacó a Polonia del pantano socialista.  De Leszec, comparto una lección que encuentro muy útil: la de que las crisis pueden ser oportunidades; pero hay que estar preparados.  Leszec, durante su visita a Guatemala, también subrayó la importancia de la comunicación durante un proceso de reformas y coincidió con los dos anteriores en que tener un objetivo ambicioso y primordial es clave.

Richardson, Laar y Balcerowicz liderearon equipos que sacaron a sus países de pesadillas. Y si lo hicieron es porque es posible; porque tenían ideales, porque se fijaron metas ambiciosas y no cedieron a los grupos de interés. ¡Porque confiaban en la libertad! y fueron fieles a sus principios y a sí mismos.

Columna publicada en elPeriódico.  La ilustración la tomé de la presentación de Mart Laar.

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  1. Hay ejemplos a seguir, no hay que inventar nada, no hay que tropicalizar nada, libertad es libertad donde sea, el modelo socialista ha fracasado en todo el mundo, en el sur lo bautizaron “del siglo XXI” igual fracasó.