La catedral, ¿es un lugar peligroso?

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La semana pasada el columnista Fritz Thomas contó que en el atrio de la bicentenaria catedral metropolitana de Guatemala le robaron un arete de oro: Beatriz sintió cómo una mano detrás de ella le tomó la frente y presionó su cabeza hacia las rejas. En el instante pensó que era la mano juguetona de algún conocido, pero pronto sintió cómo unos dedos ágiles le retiraban el arete, una argolla de oro, de su orejaEstaban asombrados de las manos tan expertas que habían zafado el pin del arete para retirarlo, en un abrir y cerrar de ojos, en lugar de arrancarlo y llevarse un pedazo de oreja.

Hoy, la víctima fue la ministra de Educación, Cynthia del Aguila. Un desconocido le arrancó la cadena del cuello, a la funcionaria, en el momento en que caminaba sobre la 8a. calle para abordar su vehículo oficial luego de asistir a la ceremonia por el bicentenario de aquella edificación.  Los guardias de seguridad que acompañan a la Ministra no tuvieron tiempo de reaccionar.

Hace unos doce años llevé a mi cuate, Jerry, a la catedral a eso de las 8:30 a.m.  Jerry estaba de visita porque vive en Washington, D.C. Entramos al atrio y yo me adelanté porque el piso estaba siendo manguereado.  Di unos pocos pasos y escuché un grito detrás de mi: ¡Aaaah! y al voltearme vi -con horror- a mi cuate en el suelo con dos sujetos encima.  Jerry es unos 10 años mayor que yo, y es más alto que yo.  Al verlo como estaba mi instinto me indicó que debería quitarle de encima a uno de los atacantes; pero una fracción de segundo más tarde sentí una mano que trataba de arrancarme el teléfono del cinto.  Agarré mi teléfono con fuerza, grité: ¡Aaaah! y me tiré sobre uno de los atacantes.  Eran tres, los dos de Jerry y el mío.  Para hacer la historia corta le quité a uno de los hombres a Jerry, él pudo defenderse del otro, mi atacante no pudo quitarme el teléfono y los tres salieron corriendo del atrio.

Jerry mantuvo la serenidad pero evidentemente estaba asustado.  Yo estaba dos veces asustado; una par peor el asalto y otra porque Jerry era mi responsabilidad y yo lo había llevado al lugar del ataque.  Como soy de esos que cuando los bota la mula se vuelven a encaramar, entré con Jerry a la catedral, le conté algunas anécdotas y nos encaminamos al estacionamiento donde habíamos dejado el auto.

He vuelto a ese lugar docenas de veces acompañado por docenas de otros visitantes extranjeros y nunca hemos sufrido incidente alguno.  Si quisiera podría decir que hay cosas que nunca cambian; pero entre el caso de Jerry, y el de Beatriz y del Aguila hay 12 años.  ¿Será que, en la catedral,  algo está pasando ahora, que no ocurrió en más de una década? ¿Será que ha estado ocurriendo sin que las víctimas fueran familiar de un columnista, o funcionaria del Ejecutivo? ¿Cuántos robos como aquellos ocurrirán allí al día? ¿Y a la semana?

La catedral, ¿es un lugar peligroso?

Mientras tanto el humor chapín no perdona y le dedicó una cumbia a la Ministra

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2 comments

  1. Ve pues. A la ministra le pagamos guardaespaldas que no sirven para nada. Entonces, para qué tiene guardaespaldas ? Otro despilfarro inútil. Serán iguales de inútiles todos los guardaespaldas de todos los funcionarios ?

  2. Hay temporadas para todo en el Centro, pero yo siempre he sabido que en la parque Central, siempre han habido rateros y carteristas.

    Y esas banderas coloradas que significan? Que en ese lugar apoyan a algún iluminado socialista?