Me embarga el júbilo y me siento muy honrado porque mi foto de los jocotes marañones fue publicada en Perhaps You Need a Little Guatemala. Ese proyecto es una de las más ingeniosas y emprendedoras iniciativas turísticas en La tierra del quetzal para el mundo.
Para los no iniciados, los jocotes marañones son las frutas de cuya semilla -en el exterior- se extraen las nueces que se conocen como marañones, anacardos o cashew nuts. Mi tía abuela, La mamita, las asaba en las brasas y también las pintaba de modo que parecían caritas de mono. Los niños jugábamos con ellas con la advertencia de que eran venenosas y de que no debíamos llevarlas a la boca.
Lo que me fascina de esto es que los niños de mi generación no eramos esos críos sobreprotegidos que hay ahora. Podíamos jugar con semillas venenosas y se esperaba, de nosotros, que tuviéramos el buen juicio de no ingerirlas. No se nos apartaba de ellas, ni se nos ocultaban, ni nada parecido. Teníamos los conocimientos necesarios para no intoxicarnos con estas, o con semillas de higuerillo, por ejemplo; y lo teníamos para no tocar el chichicaste.
Charge it to experience, era la moraleja si uno cometía un error.
En mi casa, los jocotes marañones son señales inequívocas de que ya llegó la temporada de calor con sus festividades propias.
Le envío mis felicitaciones por su extraordinaria foto. Al verla se me “alborotan” los deseos de volar hacia mi solar para degustarlos lo mismo que un par de mangos tiernos con salita y limoncito…. Felíz domingo!!!
[…] aroma y el sabor de los mangos en dulce, así como los de los jocotes marañones y el dulce encanto de los corozos son anuncios inquívocos de que hay que sacar las bermudas y las […]