Yo te daré, te daré, niña hermosa…

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Mi padre cantaba esta canción: Yo te daré,/ te daré, niña hermosa,/ te daré una cosa,/ una cosa que yo solo sé:/ ¡Café!  Y de eso me acuerdo -a veces- cuando pienso en el aquella bebida deliciosa.

De eso me acordé cuando leí que los [productores y] exportadores de café están sometidos a tres condiciones que no sólo son ilegales, sino inconstitucionales: 1) Están obligados a formar parte de la Asociación Nacional del Café y sólo pueden exportar su producción por medio de esa asociación coercitiva*. Esto a pesar de que el artículo 34 de la Constitución dice que se reconoce el derecho de libre asociación; y de que dicha garantía excluye la asociación forzada. 2) Los  [productores]  de café están obligados a pagarle a la Anacafe 1 por ciento del valor de cada saco  por concepto de un impuesto a la exportación. Esto a pesar de que el artículo 237 de la Carta Magna dice que todos los ingresos del estado constituyen un fondo común indivisible. 3) La Anacafe constituye un monopolio con el privilegio de ser la única entidad que puede exportar café. Esto a pesar de que el artículo 130 de la ley fundamental prohíbe los monopolios y privilegios. Y dice que el estado protegerá la economía de mercado e impedirá las asociaciones que tiendan a restringir la libertad del mercado.

Seguramente la Anacafe hace una magnífica labor de asesoría tecnológica y de capacitación; y no es mi intención juzgar sobre eso.  Sin embargo, en el siglo XXI, es anacrónica e inadmisible la existencia de una organización con las características señaladas anteriormente. El esquema actual de la Asociación tenía algún sentido antes de que en 1989 fuera liberado el comercio internacional del café y en un contexto estatista del comercio internacional.  En las condiciones actuales es insostenible; y es un caso arquetípico de crony capitalism o mercantilismo.  El tipo de práctica que les da una mala reputación a la actividad empresarial (que es heroica cuando no medra al amparo del estado).

Ya es tiempo para una asociación voluntaria del café.  Una que cumpla con valiosas e importantes funciones propias de una asociación gremial, sin el recurso de la coacción.

Columna publicada en El periódico.

*Me cuenta una lectora que ya no se exporta sólo por medio de la Anacafe; pero así fue  durante décadas y décadas; sin embargo, la asociación forzada sigue vigente.

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