Entre la fauna feisbuquera chapina hay un sujeto que tiene la mala costumbre -¡pero mala costumbre!- de meterlo a uno en grupos de Facebook que él crea. Lo hace sin preguntar, y sin tomar en consideración si el afectado podría estar de acuerdo con los propósitos del grupo. Si uno se da cuenta del abuso puede remediarlo saliéndose del grupo en el que ha sido incluido de forma inconsulta y abusadora; pero eso no es lo que ocurre con los maestros que, sin su conocimiento, son afiliados al Sindicato de Trabajadores de la Educación de Guatemala. Según se conoció hoy, miles de docentes afirman que aprecen en la lista de afiliados del STEG sin haberlo solicitado y que cuando intentan retirarse de aquella organización no se le da trámite a su solicitud.
¿Quién sabe, entonces, cuál es el tamaño real de aquella organización? ¿Es el STEG un gigante con pies de barro? ¿Es un petate del muerto?
Si la muchísimos presuntos afiliados al STEG no están ahí de forma voluntaria, ¿desde hace cuánto que están ahí por medio de la fuerza, o del engaño? En el STEG, ¿votan los muertos? El STEG, ¿es tiene un monopolio forzado y al amparo de la la política?
Peor aún, a cada “miembro” de este esperpento le descuentan una cantidad que va a parar a los bolsillos de la dirigencia. Otro motivo para que nadie se salga del corralin. Vemos por qué en Guatemala ser mercenario del bochinche es un delito rentable, sobre todo por lo impune.