Con una manifestación de emos pidiendo respeto me encontré, ayer, en la Sexta Avenida del Centro Histórico. Sus carteles decían: Somos emos hasta la muerte, sin importar tu opinión; Exigimos respeto; Love; y Emo, más que una moda, una forma de vida.
¡Por supuesto que los emos y otros practicantes de formas de vida distintas, pacíficas y voluntarias merecen respeto!
Uno de mis sobrinos dice que ha notado que los emos han ido disminuyendo en número y que ya no hay muchos en los lugares que frecuentaban los miembros de esa subcultura.
La forma de expresión de los emos -en una calle peatonal y sin molestar a nadie- contrastó con la de la iglesia de mi barrio hoy en la mañana, cuyos fieles se creyeron con el derecho de bloquear toda la calle para su festejo e incomodar a las personas que tienen que usar esa vía. Contrasta también con otros fieles que, el 15 de agosto, suelen bloquear la calle que uso para ir a mi oficina. Los emos pedían respeto y ofrecen respeto, en tanto que otros grupos no dudan en irrespetar a los demás.