Ve pues…los cafetos están envejeciendo en Guatemala y por eso son menos productivos. Y, ¿qué se les ocurrió a los empresaurios cafetaleros? Invitar al Presidente para mostrarle lo que el sector hace para reducir la pobreza…y exponerle las condiciones en las que están las plantaciones. Sospecho, dijo Cándido al dejar de sorber su capuccino, que estos fregados van a querer que los tributarios paguemos el rejuvenecimiento de sus plantaciones. ¡Y de sus negocios! Por eso es que fueron a lloriquearle al Otto Pérez y a cantarle la vieja canción aquella de lo indispensables que son. Yo digo, dijo Cándido, que si los cafetaleros van a obligarnos a rescatar sus negocios, luego deberían darnos acciones de sus fincas, beneficios y exportadoras. Ojalá que me equivóque, usté, ojalá que me equivoque. Concluyó.
[…] vimos cómo los cafetaleros se quejan de que sus cafetales envejecieron y de que por eso no son competitivos; ahora vemos que los propietarios de academias de mecanografía […]