Durante la Objectivist Conference tuve la oportunidad de ver una pequeña exhibición de cuadros del pintor posimpresionista Paul Gauguin. Fue una dicha por tres razones: la primera es que siempre es una dicha estar frente a las obras originales de los grandes maestros; aunque el posimpresionismo no es uno de mis períodos favoritos, me gusta mucho el uso que Gauguin hace del color y de la luz. La segunda es porque tomé el curso de apreciación de las artes visuales y pude ponerlo en práctica. Tercero porque estoy leyendo Cakes and Ale, de Sommerset Maugham y él es autor de The Moon and Sixpence, que durante algún tiempo estuvo entre mis libros favoritos y recuerda la vida del pintor.
La exhibición la vi en el Berkeley, un ferry que solía navegar en la bahía de San Francisco.