El sábado leí el siguiente titular: Tributos, o más deuda, dilema para Congreso; y pensé que es un dilema falso. En primer lugar porque antes de llegar al dilema falso, los diputados deberían pedirle al Ejecutivo que haga recortes significativos en el Presupuesto. ¡Que elimine de él toda aquella partida que signifique una transferencia política de recursos de los tributarios a intereses particulares!
Después de eso y de eliminar cualquier otra forma de mala administración, desperdicio y corrupción, entonces habría que ver si alcanza, o no, con el dinero que se les quita a los tributarios.
Si los políticos y sus funcionarios no pusieran el carruaje antes que el caballo, no tendrían aquel dilema falso.
En segundo lugar porque el dilema -en última instancia- no es para el Congreso; sino para los que pagan impuestos. Son los tributarios son los que deberían de poder decidir si van a seguir, o no, financiando privilegios, financiando corrupción, y financiando desperdicios. Son ellos -los tributarios y electores- los que deberían de decidir si siguen apoyando electoralmente a los diputados que los condenan al cargar con más tributos, o a endeudarse.