Mágico, alegre y relajante fue mi fin de semana entre pinabetes y niebla, en El encanto, de Tecpán, disfrutando de la naturaleza, de los buenos amigos y de comida deliciosa. El bosque de Abies guatemalensis, con su aroma característico fue un regalo para todos los sentidos. Allá se disfruta del sonido del viento y del aroma del frío. De tortillas recién salidas del comal y de la llovizna en la piel. Allá, los colores se intensifican.
Además, las conversaciones y las bromas entre amigos, alrededor de la mesa, alrededor del fuego, entre el bosque y en la cocina llenan el alma de cosas buenas.
A diferencia de otras ocasiones, en las que hay frío, pero brílla el sol, en esta ocasión la niebla casi no nos abandonó, dándole un toque diferente a la experiencia. Había tanto, tanto frío que yo -que sostengo que dormir con calcetines me produce pesadillas- me desperté en la madrugada a ponerme unos gruesos y seguir durmiendo.
Había tanto frío que, cuando jugamos cultura chupística, ni el fuego, ni el tequila, ni las carcajadas me quitaban lo helado.
El ambiente, así, también induce a la serenidad y a la meditación; así que mis paseos por el bosque -antes del atardecer y poco después del amancer- fueron muy productivos.
¡Aaaaaah que dicha!