Veo, en Facebook, varios llamados para darle el beneficio de la duda a la nueva administración; y bueno, digo yo: ¿cómo le hago? Digo, porque ojalá tuviera una señal. A mí no me basta el cambio de personajes; quiero evidencias para ponerme racionalmente optimista.
Y aquí hay dos que no me dejan:
La primera es la amenaza de entrar de lleno a la guerra perdida contra las drogas. Los Estados Unidos de América el país más poderoso y rico del mundo, lleva en esa guerra desde los años 70 y a juzgar por los resultados no hay modo que la vaya ganando. México, que se metió de lleno en ella hace poquito, ya lleva casi 50,000 muertos contabilizados y yo dudo que vaya a ganar la guerra. En Guatemala, una guerra que sustituya al enfrentamiento de 36 años no puede significar sino más y más violencia y criminalidad. A mí, todo esto, mo me da ganas de ponerme muy optimista, ni de dar beneficios de duda.
La segunda es que la nueva administración quiere subir impuestos. Tomando en cuenta que el sector público no es ajeno a la economía del país; sino que forma parte de ella, si sube impuestos lo que significará es que trasladará más recursos del sector privado (que es el sector pacífico y voluntario de la economía) al sector público (que es el sector coertitivo y forzado de la economía). Elevar impuestos, sin controlar antes la corrupción, el desperdicio y la mala administración, no es buena señal. Elevar impuestos, sin ganarse antes la confianza de los tributarios, no es buena señal. A mí, así, no me dan ganas de ponerme muy optimista, ni de dar beneficios de duda.
Y sin embargo…¡como quisiera, de verdad, que las cosas cambiaran! ¡El optimista, en mí, se levantó el domingo en la mañana y aspiró el aire helado! Y luego deseó, con todo el corazón, que esta administración tenga éxito. Para que los niños dejen de morirse de enfermedades respiratorias y digestivas que son evitables. Para que los adultos consigan más y mejores empleos para que no tengan que convertirse en clientela para políticos inescrupulosos. Para que no tengamos que andar con miedo en las calles. Para que vivamos en paz, y en prosperidad.