Alegres las fiestas de Independencia


Desde hace ratos descubrí el encanto de las fiestas de Independencia.  Primero asistía al monumento a los Próceres u Obelisco, porque ahí se juntaban los grupos de barrios, familias, amigos, colegios y escuelas, iglesias, empresas, equipos deportivos y toda clase de gente a encender sus antorchas y llevarlas a sus lugares de origen; algunas veces en la ciudad, y otras en poblaciones lejanas.

Esa era una fiesta bastante espontánea en la que la gente se divertía con muchísimo entusiasmo.   La gracia era, siempre, la de pasarla bien.  Ya fuera mojándose con los cuates en la fuente del monumento, o participando en alguno de los grupos de antorchas.

La fiesta en el Obelisco se estropeó cuando la Administración dispuso tener una participación directa en ella y dispuso organizarla.   Los burócratas prohibieron que los chicos se metieran a la fuente y llevaron grupos musicales y artistas que le arrancaron lo espontáneo y la calidez humana a la celebración.

Desde el año pasado prefiero pasar la fiesta en el Parque Central o Plaza de la Constutición en donde -a pesar de que hay actos oficiales- la celebración conserva su carácter popular y encantador.   Ahí hay bandas escolares, grupos que llevan antorchas, una ceremonia para izar la bandera y, a pesar de que los escolares son sometidos a la propaganda de los pólíticos de turno, domina el animus juvenil de gozarla y pasarla bien.

Por eso es que, cuando empezaron los discursos, lo que se me vino a la mente fue la siguiente frase: ¡Colom y Espada, esta es la juventud a la que le fallaron!

En estas fiestas, los niños son los más beneficiados.  Ellos se gozaban a los personajes que llevó el Ejército que incluían un soldado vestido de Jeep; un grupo de soldados que acompañaban a una ardilla; y otros más.  Los niños se gozan las golosinas y las bandas.  La fiesta es para los que tenemos alma de niños.

Este año dispusimos cenar en el Centro con la esperanza de que menguara el tránsito; y, por casualidad nos dimos con Foto 30, una iniciativa creativa que le añadió un toque especial a las fiestas. La misma consistió en una serie de exposiciones fotográficas, actividades, música y diversión.  ¡Hubo torito y quema de globos en la Sexta Avenida!

En la galería NOA visitamos Alienación, una muestra colectiva de fotógrafos chapines que incluía fotos por los cuates Rudy Girón y Andrea Aragón.  En Incubador zona 1 encontramos la muestra ¡Cataplum!, por Andrés Asturias; y en Proyectos Ultravioleta encontramos Vestidos para expresar, por Byron Mármol.  Paramos encaramados en el tejado, con una vista inusual de la antigua Calle Real.  Sobre NOA encontramos, Casa Azul,  una tienda encantadora de tchotchkes mexicanos que vale la pena visitar.

Ahora, espero el próximo 14 de septiembre para ver qué sorpresas encuentro en esta que es una de mis fiestas chapinas favoritas.  Las fotos que ilustran esta entrada no son muy afortunadas porque no llevaba mi cámara y tuve que usar la del móvil; empero, creo que reflejan el ambiente festivo y juguetón de la ocasión.

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2 comments

  1. Yo recuerdo cuando desfilaba, participaba en la banda del Colegio Vanguardia Juvenil, hace ya unos 25 años : s , desde entonces ya no he vuelto por esos lugares, tu post me ha hecho recordar esos buenos tiempos, mi propósito será llevar a mis hijos el proximo año.

  2. Esta es otro gusto que comparto con mi amigo Luisfi, el muy culto y de gustos especiales… como yo! ja,ja,ja