Hacía ratos que no ponía meones

Estos cuatro estaban meando en una calle de la zona 10 y mi amigo, Mario, los cachó desde el balcón de su casa.

La de orinar en lugares públicos es una costumbre despreciable. Se compara con la de la impuntualidad, con la de no confirmar asistencia a las invitaciones, y a la de no responder directamente a preguntas directas. La de mear en lugares públicos es tan desagradable como la de sonarse la nariz con la mano y luego arrojar los mocos al suelo, o a una pared.

La idea de este espacio surgió porque una vez leí que en algún lugar de México, la gente les grita a los meones: ¡Meón, meón!; y porque el difunto Chepe Zarco impulsó, hace años, una campaña contra la gente que ensucia las calles. La campaña decía: No sea coche.

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