Gasolina, la ley de oferta y demanda en acción

El precio de la gasolina, como cualquier otro precio, es consecuencia de la la ley de la oferta y la demanda.  Puede subir porque el combustible esté escaso, o puede subir porque la demanda del mismo es elevada (es decir, porque la gente tiene el dinero para pagarlo; y la gente tiene dinero para pagar porque el monopolio emisor de quetzales infla y los provee con billetes).

Cuando la gasolina se pone tan cara que la gente ya no tiene el dinero para pagarla, los vendedores de combustible se dan cuenta y tienen que ajustar sus precios.  Para seguir ganando plata y no perder ventas.  Entonces los precios vuelven a bajar, hasta llegar al nivel en que los expendedores sigan vendiendo y la gente siga consumiendo.  De nada sirve tener gasolineras llenas de gasolina que no se vende por estar muy cara.

La gente, que en general no es tonta, también deja de comprar gasolina cara, cuando la puede comprar barata.  Por eso es que la gasolina que tiene un sobreprecio por impuestos se vende menos que la gasolina que no tiene esa carga.

Aún con el precio del petróleo a la baja y con el precio del dólar en declive, el precio de la gasolina no tendría que bajar si los gasolineros no percibieran que están vendiendo menos.  Es la baja en la demanda, o la prudencia de los consumidores lo que obliga a los expendedores a revisar sus precios.  Pero si las autoridades monetarias inflan, aquellos que reciben primero los billetes inflacionarios pueden empujar el precio de la gasolina para arriba, en perjuicio de los que reciben los billetes después.  Y así nos vamos.

Por eso es importante no inflar, y por eso es importante que los precios sean reales.  Para que la gente pueda tomar decisiones, con base en información real.  Si quieres bajar el precio de la gasolina, o disminuyes la demanda de combustible, o aumentas la oferta del mismo.

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