Sandra no puede

Según Álvaro Colom, su esposa puede ser candidata presidencial porque no se le aplica la prohibición evidente contenida en la Constitución; y porque es un derecho de los ciudadanos el ser de electo para cargos públicos.

Lo que aparenta ignorar, el Presidente, es que el derecho que cita es una facultad política que está sujeta a la naturaleza del orden político que le da origen. Me explico: los derechos individuales tienen su génesis en el hecho de que el dilema básico de las personas es vivir, o morir. Si las personas eligen morir no tiene sentido discusión alguna; empero, si eligen vivir, la siguiente pregunta es, ¿cómo? Esto es porque vivir, para los humanos, quiere decir vivir como seres humanos. Vivir como humanos no es mera existencia; sino vida plena.

Los derechos a la vida, la libertad y la propiedad protegen a los individuos contra los demás; y son los que nos permiten vivir plenamente sin que los otros amenacen nuestra existencia qua seres racionales, nuestras ilusiones y planes, y el fruto de nuestro trabajo. Desde otra perspectiva, los tenemos porque somos dueños de nosotros mismos.

Los derechos políticos, en cambio, se derivan del orden o taxis en el que hemos decidido vivir, o en el que nos resignamos a vivir. Un taxis, por cierto, es un orden creado con propósitos particulares, y que se rige por normas específicas cuyo objetivo es asegurar, o por lo menos facilitar que se alcancen los propósitos particulares del orden.

Tanto el Estado como el Gobierno son taxis u ordenes creados y como tales tienen reglas específicas y particulares. Una de esas normas, propia de una República, es que todos los ciudadanos tengan la facultad de ser electos para cargos públicos. Pero esa norma tiene sus excepciones de acuerdo con las experiencias y tradiciones propias de cada estado y de cada gobierno. Ejemplos: todos pueden ser electos para Presidente de la República; pero no antes de cumplir 40 años. Todos pueden ser electos; pero no aquellos que están inhabilitados por estar cumpliendo condenas penales. Todos, menos los militares de alta. Todos, menos los parientes del Presidente.

Quizás sea bueno que haya presidentes de menos de 40 años y que sean elegibles los militares, o que puedan ser candidatos los parientes del mandatario. Pero para que sea posible, es necesario cambiar las reglas del juego. Eso sí, para preservar el orden, ¡y el Estado de Derecho!, esos cambios no deben ser mandados a hacer a conveniencia de alguien en particular.

Esta columna fue publicada en El Periódico.

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  1. Hola Luis,
    con el afán de contribuir contigo te adjunto un link interesante respecto a la propaganda oficial de la UNE. Otro “golazo” al estado de derecho.
    Un fuerte abrazo
    http://www.prensalibre.com/noticias/Merlin-estudia-anos-trabajado_0_445155498.html