¡Raus!, nos decía a los niños, mi abuela Frances, cuando estábamos fastidiando. Y esta es la oportunidad de los guatemaltecos para decirles ¡Raus! a los alemanes metiches y shutes como Hans-Jürgen Berfeltz.
El boche Beerfeltz, viceministro de Cooperación alemán quiere que sea elevada la carga impositiva que pesa sobre los tributarios guatemaltecos, a cambio de que los tributarios de su país continúen financiando la piñata de la administración socialdemócrata de Los Colom. Esta es la oportunidad de los chapines para decirles a los burócratas alemanes que gracias, pero no gracias. Que sus compatriotas no tendrían que acarrear una carga tributaria de 38% si no anduvieran por allí, financiando gobiernos corruptos en Africa, América Latina y otros.
Está bien, digamos que hay que hacer una reforma fiscal. Sin embargo, esta debe empezar por:
1. Una eliminación de todos los programas que significan tranferencias de recursos a grupos de interés particulares.
2. Una eliminación de todos los programas que tienen propósitos electorales.
3. Una mejora sustancial y perceptible de la administración pública para evitar el desperdicio y la mala administración.
4. Una erradicación perceptible de la corrupción y de los abusos.
Una vez saneado el costo de tener gobierno, entonces se puede entrar a discutir si los ingresos de la Administración son suficientes, o no; y si es necesario que los tributarios sean castigados con más impuestos.
Sin aquellas condiciones, cualquier pretensión como la de Beerfeltz es absurda y abusiva. Por otro lado, dado el carácter perverso de la cooperación internacional, la ocasión que nos presenta el Viceministro es invaluable.
Sobre la naturaleza pervertida de la ayuda internacional, les recomiendo el artículo The Impoverishing Effects of Foreign Aid, por Manuel F. Ayau; así como los libros ONU, historia de la corrupción, por Eric Frattini; El espejismo humanitario, por Jordi Raich; y Lords of Poverty: the Power, Prestige and Corruption of the International Aid Business, por Graham Hancock.