La farsa de la educación socialdemócrata

Alvaro Santa Clos Colom se queja de que los opositores no aprecian los resultados de lo que él llama gobierno de la solidaridad, y dice que sólo hacen críticas destructivas.   ¡Pobrecito cocodrilo!, dijo Cándido, mientras remojaba pan francés en su chocolate.

Veamos, pues, qué resultados.  La semana pasada Santa Clos salió en televisión mostrando una escuela en Quiché; y en ella los niños tenían uniformes, pupitres y útiles.  Y hace ratos me encontré con la valla que anuncia la escuela Francisco Morazán.  ¿Y qué se ve en ella? Niños con uniformes, computadoras, banda escolar y biblioteca.  Y la Escuela tiene hasta su propio correo electrónico, aunque sea de España.  Sin embargo, la realidad de la educación socialdemócrata es otra.

Ayer leímos que los maestros y directores de las más de 17,000 escuelas estatales atenderán a más de 3.5 millones de estudiantes sin recursos para atender los servicios básicos, ni útiles escolares…y ya no digamos la cacareada refacción escolar.  No hay tales que tu valija didáctica.  No hay desinfectantes para los baños, ni trapeadores.  No hay aulas.  Los maestros y los padres tienen que limpiar los planteles y ver cómo le hacen para reparar las computadoras, donde las hay.  Pero eso sí…el dinero que había para Educación, fue transferido al programa electoral Mi familia progresa.

La escuela de Quiché y la Francisco Morazán, ¿son papas y pan pintados para donantes incautos?  Casos como estos me recuerdan a escenas de El otoño del patriarca y otras obras parecidas. Por cierto que, ¿cuánto costará mensualmente una de esas vallas publicitarias?

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