Mejor en la catedral que en un basurero; pero…

Un bebé de cerca de 4 meses de edad fue abandonado en la Catedral; y, aunque parezca raro, a este pequeño le fue mejor que a Juan Pablo, que en diciembre pasado fue abandonado en un basurero.  Y a ellos dos les fue mejor que a los 65 mil niños potenciales que son abortados cada año en Guatemala.

Yo digo que, en buena parte, este es el legado de la ley antiadopciones; y que estas realidades pesan sobre las conciencias de quienes promovieron, patrocinaron e hicieron posible aquella ley ominosa.

Yo digo que si las madres que no quieren, o no pueden tener a sus hijos tuvieran la opción de ceder la patria potestad a cambio de dinero y cuidados durante y luego del embarazo, miles de vidas serían salvadas.  No digo que no hubiera gente ignorante, malvada o irresponsable que no aprovechara aquella opción; pero sin duda, menos niños terminarían en la basura (vivos, o muertos) si la ley antiadopciones no hubiera cerrado todas las puertas de salida.

Ahora, un monopolio centralizado y sospechoso administra todas las opciones.  Y como es un monopolio político, las decisiones que toma son de orden político.  Y usted ya sabe…

Y, mientras tanto, quedan para aquellos niños estos duros versos de Luis Eduardo Auté:

Los hijos que no tuvimos
se esconden en las cloacas.
Comen las últimas flores,
parece que adivinaran
que el día que se avecina
viene con hambre atrasada
.

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