Mata el alacrán abuelita…

Mi padre cantaba esta canción:
El alacrán, crán, crán.
El alacran, crán, crán.
Ay me va a picar.

El alacrán, crán, crán.
El alacran, crán, crán.
Y me voy a hinchar.

Mata el alacrán, abuelita.
Mátalo con una escopeta.
Y si no revienta el cartucho,
Pégale con una chancleta.

De eso me acordé cuando Mayra, Jessica y Genaro encontraron un alacrán en el corredor y me llamaron para que lo viera. Los arácnidos me ponen la carne de gallina, y aunque realmente no los veo con frecuencia, siempre me inquieta saber que andan por ahí.

Durante un muy breve período de mi niñez, vivía con mis padres y mi hermano en una casa rodeada por cafetales.  Tan campestre, que más de una vaca llegaba a pastar en el jardín de la casa.  Esa vida bucólica no hubiera estado mal si mi madre no hubiera tenido que registrar los closets semanalmente para buscar alacranes; y si no hubiera ocurrido que arañas gigantes se pasearan por la cuna de mi hermano, y que una culebra hubiera hecho su ingreso a la sala.

Pocos años más tarde, el segundo esposo de mi bisabuela, Mami, mató un alacrán en mi dormitorio.  Recuerdo muy bien que lo llamé y que respondió veloz a mis gritos.

El del vídeo tuvo mejor suerte porque en la oficina no eliminamos a los bichos…ni siquiera si son arácnidos.  De modo que este personaje -después de llevarse un susto mayúsculo al ser amenazado, fotografiado, filmado, empujado y arrastrado- pudo continuar su vida.  Ojalá que haya aprendido, y que les cuente a los congéneres, lo que ocurre si se deja ver.

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  1. Ese alacrán me suena algo amenazante cuando levantó su cola! qué miedo! jajaja