Rodolfo Quezada, dirigente de una organización que goza del privilegio de no pagar impuestos,
hizo un llamado para que los demás sí los paguen.
El Cardenal dijo que el séptimo mandamiento prohibe cometer fraudes fiscales y así como no pagar los impuestos debidos. El mandamiento citado, por cierto, es el que prohíbe el robo, lo cual pondría a discusión el tema de cómo es que no se tiene por robo el acto de tomar dinero ajeno por la fuerza, para destinarlo a propósitos que sus legítimos propietarios no elegirían si no fueran obligados a ello. También sería legítimo preguntar si los privilegios son inmorales, o no.
A la Iglesia católica le gustan los impuestos, aunque no los pague ella; y cuando ha tenido el poder político para expoliar a las personas no ha dudado en usarlo. Así es que cuando podía cobraba el diezmo; pero para no dar la cara lo hacía por interpósita persona. La organización daba el cobro en concesión y así el tributario se las veía con el concesionario a quien tenía que pagarle el 10% correspondiente a la Iglesia, más lo adicional que añadía el cobrador para que el cobro le fuera negocio. A la Iglesia no le importaba cómo, ni cuánto cobraba el concesionario en tanto ella recibiera el porcentaje requerido. Esto me lo contó mi cuate, Ramiro.
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This entry was posted on martes, septiembre 21st, 2010 at 1:02 pm and is filed under impuestos, Rodolfo Quezada.
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Una muestra más de la hipocresía y la promiscuidad política de la Iglesia Católica, que durante toda su historia ha estado en contubernio con los poderosos para proteger sus privilegios y sus secretos vergonzantes. Antes vendían bulas papales, ahora venden votos de masas manipulables.